Una semana antes de que rompiera a llover en una intricada comunidad del municipio Yara, provincia Granma, a más de 850 kilómetros al este de La Habana, un residente de la zona cuenta por WhatsApp que “estuvieron tres o cuatro días sin vendernos el pan que toca por la libreta. Si encontrabas en la calle una libra de boniato tenías que pagar 60 pesos y el arroz costaba entre 160 y 180 pesos en el mercado negro, a pesar que Granma es una provincia arrocera. No había nada de comida”.
“Vivo en un lugar recóndito donde no hay transporte público y salir de allí es una aventura. A caballo, en bote o en un tractor es como único puedes llegar al pueblo. Algunos campesinos tienen un ranchito, pero la sequía, la falta de combustible y fertilizantes les impide obtener buenas cosechas. La gente sobrevive comiendo lo que se pueda. El alcoholismo es impresionante. Los jóvenes huyen para Bayamo y Manzanillo como primera escala para después ir a La Habana o emigrar a Estados Unidos”, explica y añade:
“Vivir en este lugar es una pesadilla. La posta de salud no existe. Tienes que caminar alrededor de 20 kilómetros para encontrar un médico. Y las condiciones mejor ni contarlas, sin medicamentos, jeringuillas, esparadrapo… Los hombres tienen dos opciones: meterse a policía e irse pa’La Habana o dedicarse a robar vacas y cultivos para ganar dinero. Aquí todavía muchas familias van al arroyo a lavar sus trapos. A la pobreza material, súmale los apagones. Cuando comenzó a llover el pasado 2 y 3 de junio, nadie previó este desastre. El Instituto de Meteorología pronosticaba lluvias intensas, pero ni las autoridades provinciales ni nacionales se enteraron. Fue por las fotos de las inundaciones que empezaron a circular en las redes sociales que el Estado se movilizó. Fíjate que en la prensa oficial no entrevistan a ningún poblador».
“Porque la gente está encendida. Ya hasta los que apoyaban al proceso se han virado con cartas. El gobierno gestionó tarde y mal las medidas a tomar. Evacuaron primero al ganado que a las personas. Un funcionario del partido en Yara nos dijo que no había combustible para enviarnos camiones y ómnibus. Le pidieron a la gente que se auto evacuaran en casas altas de vecinos y parientes. Como si la cruda situación permitiera acoger en tu casa a un grupo de personas, cuando ni siquiera tienes comida para tu familia. En el Consejo Popular Las Caobas lo que pasó fue un verdadero desastre: más de 400 viviendas se inundaron y la gente estuvo dos y tres días en el techo pidiendo auxilio. No fue hasta el fin de semana que enviaron rescatistas y dos helicópteros. Yo estuve cinco días comiendo mangos, habíamos matado dos gallinas, pero no podíamos cocinarlas. Si hubiesen demorado más tiempo en rescatarnos no las hubiéramos jamado cruda”, concluye.
Niorvis, residente en un caserío en Buey Arriba, destaca que los “daños han sido tremendos. Hubo gente que lo perdió todo con la crecida de ríos y arroyos. Por los deslizamientos de tierra, el puente de San Pablo de Yao se derrumbó en vario tramos. La indolencia del gobierno no tengo como explicarla. De lo poco que siempre había funcionado en este país era la Defensa Civil, pero Díaz-Canel es tan incompetente que ni siquiera supo gestionar el desastre. Después, en el noticiero de televisión se llenaron la boca diciendo que la canasta básica estaba asegurada. ¿Qué canasta básica, tres libras de arroz malísimo y veinte onzas de frijoles? ¿Creen las autoridades que una familia puede alimentarse solo con eso? Son unos caras de palo. Había que ver a esos camajanes, todos gordísimos, con un piquete de segurosos a su lado, tirando fotos con sus teléfonos móviles de última generación y prometiendo cosas que después no cumplen”.
Según Niorvis, vive en un caserío en el medio del monte donde da igual que protestes o grites Patria y Vida que nadie te escucha. «El gobierno no tiene necesidad de reprimirnos porque vivimos completamente aislados. Ahora, para intentar calmar el descontento, dicen las autoridades que van a dar, gratis, dos kilogramos de arroz y dos paquetes de espaguetis por núcleo. Creen que con eso nos van a matar el hambre. ¿Y el resto de las carencias cuando las van a resolver? El transporte en la zona es nulo. Hay niños que han tenido que dejar la escuela porque tienen que trasladarse a pie más de siete kilómetros diarios. Un anciando del caserío se pregunta para que Fidel hizo una revolución si somos más pobres y tenemos más hambre y necesidades que en la época de Batista”.
El descontento ciudadano, a pesar de la férrea censura, se filtró incluso en un medio estatal como Cubadebate. En una información sobre las fuertes lluvias, en la cual el gobernante Díaz- Canel ‘llamaba a extremar los cuidados’, el lector Alberto Castellanos Puebla comentó:
-Jiguaní, en Granma, es uno de los municipios más afectados por las lluvias. Ha habido serios daños en una parte del fondo habitacional, fundamentalmente en las viviendas ubicadas en la rivera del río Jiguaní, que atraviesa la ciudad. Sus aguas alcanzaron niveles nunca vistos, provocaron la muerte de una persona y muchos daños materiales. En Jiguaní se estuvo evacuando personas de zonas bajas en un helicóptero durante todo el día 9 de junio. Históricamente las evacuaciones se han hecho previamente a los fenómenos meteorológicos en ómnibus y otros medios de transporte. No entiendo por qué dejaron llegar al estado de incomunicación terrestre de muchas localidades para entonces actuar.
-Esta compleja situación meteorológica se combina con una acentuada escasez de alimentos, donde no hay nada en los mercados y demás puntos de venta de viandas. Estuvimos varios días sin harina de trigo para producir pan y los escasos productos de la canasta alimenticia (la libreta de racionamiento) no se han podido entregar de forma completa y en muchos lugares solo han distribuido dos libras de arroz y dos libras de azúcar. Las personas deambulan por las calles tratando de resolver algún alimento. Lo poco que aparece en el mercado informal tiene precios inaccesibles para la gran mayoría del pueblo. Es difícil, muy difícil”, se quejaba Alberto.
La vaguada provocó intensas lluvias en regiones centrales y orientales del país. Camagüey, Las Tunas, Granma y la zona montañosa de Santiago de Cuba han sido las más afectadas, con seis fallecidos. Los daños materiales son considerables: 1,122 viviendas dañadas, se produjeron 106 derrumbles totales y 268 parciales y más 600 casas perdieron una parte o todo el techo. Puentes y caminos destruidos por las corrientes o por delizamientos de tierra. Cientos de hectáreas de cultivos perdidos bajo agua.
La mala noticia es que se espera un mes de junio más lluvioso de lo habitual. Y el 1 de junio comenzó la temporada ciclónica. La pregunta que se hacen los cubanos de a pie es si el régimen está preparado para enfrentar los probables fenómenos meteorológicos que se avecinan en Cuba. Por lo visto en las últimos días en el centro y oriente de la isla, la respuesta es no.
Iván García
Foto: Personas se evacúan por su cuenta en una zona del oriente cubano. Tomada del Facebook de Dean Luis Reyes.