Por estos días, el olor a lechón asado atrapaba al olfato en calles de buenas casas del Vedado y Miramar o en chabolas de sitios marginales como el Fanguito o Pogolotti. El aroma penetrante del puerco aguaba la boca también en barrios repletos de desocupados, pillos y jineteras de Atarés y Cayo Hueso.
No hubo grandes fiestas ni el ron corrió hasta el amanecer. La situación económica no está para tirar cohetes. La gente simple prefirió la sobriedad. La mayoría celebró estas fechas en familia. Y con música, por supuesto. La timba y el reguetón sonó en portales y balcones hasta bien entrada la madrugada.
El gobierno del general Raúl Castro está en plan de recortes, y por ello los festejos públicos fueron en sitios puntuales. Sin derroches, para que la gente de a pie esperara la llegada del 52 aniversario de la revolución como mejor sabe hacer, moviendo la cintura y bebiendo cerveza a granel.
Una revolución que ha perdido fuelle. Su discurso de corte marxista ya no encandila. El desgaste lógico de cinco décadas autoritarias en el poder, ha dado como resultado una economía a la deriva y una infraestructura caótica, con ciudades pobres y grises.
En el recién estrenado año, en La Habana casi nada funciona. El transporte urbano y los servicios dan grima. Incluso el mercado negro cancanea ante los rigurosos controles aplicados por el gobierno en ciertas empresas, dificultando los robos y desvíos que suelen alimentar el comercio ilegal.
Lo mejor ha sido el clima, sin calores insoportables ni fríos acojonantes. El ocio y la vida cultural, limitada y de poca calidad. Y muy cara, si quieres mover el esqueleto en clubes y discotecas de moda.
Mientras la gente despedía 2010, preguntándose cómo el régimen salvará los muebles, el 1 de enero, los babalaos oficialistas divulgaban sus predicciones para 2011. Según sus vaticinios, conocidos como Letra del Año, en 2011 gobernará Ogún, señor de los metales en la religión yorubá. Y lo hará acompañado de Yemayá, orisha dueña de los mares.
Entre más de una veintena de recomendaciones, se pide respetar a las mujeres; mantener la unidad de la familia; atender a los hijos y evitar situaciones que provoquen peleas que podrían tener fatales consecuencias.
Aunque en los últimos tiempos ha aumentado el número de creyentes en distintas confesiones religiosas, también se ha disparado la cantidad de incrédulos. Ciudadanos que no creen en los augurios de los santeros ni tampoco en las propuestas hechas por los gobernantes.
Es lógico. Tras 52 años de fracasos en el orden económico, a las personas les cuesta asimilar la retórica de que ‘ahora sí’ vamos a ir por el buen camino. Ese perro ya ha mordido varias veces.
Raúl Castro ha entrado a un túnel oscuro donde no hay marcha atrás. Si no encuentra la salida, de alguna manera tendrá que encender una luz, para tratar de encontrarla. Pueden pasar dos cosas. Que las reformas sean su propia trampa. O que funcionen medianamente bien y mejoren la calidad de vida.
No pocos cubanos, cuando preparaban el lechón, le daban vueltas al rompecabezas económico. A todos les preocupa que no haya alternativas. Es como jugar a la ruleta rusa. A Olegario, jubilado de 72 años, lo que más le inquieta es que se cumpla uno de los refranes lanzado por los babalaos: «Lo que se va, vuelve»
Iván García
Ilustración: Orishas de la religión yorubá.