Una de las varias asignaturas suspensas del gobierno de los hermanos Castro es la falta de libertad para viajar que tienen sus ciudadanos. Si un amigo extranjero te invita a pasarte una temporada en su país, además de dilatados y engorrosos trámites burocráticos, al final, con los nervios de punta, tienes que esperar el permiso de salida que otorga el Departamento de Inmigración, una entidad adscrita al Ministerio del Interior.
Este departamento se abroga el derecho de autorizar o denegar si usted puede viajar o no. También si una persona es exiliada, dicho cuerpo militar es la que otorga el conducto para que un cubano pueda visitar su patria. Es denigrante. Estar casi implorando que te den el visto bueno para salir de Cuba y lo que es peor, que un compatriota tenga que pedir permiso para entrar en su terruño.
Para mí es la violación más flagrante de los derechos de las personas cometido por el gobierno de la isla. No importa que el individuo que quiera visitar a un amigo o unos parientes tenga un inmaculado historial y no posea antecedentes penales. Si Inmigración no te considera apto, pues usted no puede salir de la isla.
Es como un castigo. Algo así como pórtate bien si quieres conocer el mundo. Portarse mal, sobre todo, es disentir públicamente la forma que el Estado administra el país. Otra arbitrariedad mayúscula es cuando una persona se marcha definitivamente del país. No importa que sea propietario de su casa. Si vivía solo, no tiene la potestad de cedérsela o regalársela a quien desee.
No. Las leyes del gobierno se abrogan el derecho de apropiarse de la vivienda. Esto trae aparejado una cantidad de trampas y mentiras para burlar las injustas medidas que aplica el Estado. Toda persona cuando piensa marcharse de forma definitiva, ya con antelación inscribe a un amigo o familiar para no perder la morada.
Días antes de abandonar su patria, una inspección del Instituto de Vivienda revisa tu morada y comprueba los muebles y artefactos electrodomésticos que posee. Si en el momento de viajar se comprueba que usted regaló alguno de esos objetos, su salida pudiera ser congelada.
Lo que hace la gente, es que regala o vende los muebles, nevera o televisores, antes que los inspectores de vivienda lo visiten. Es arbitrario. Les contaré una historia personal.
Mi madre Tania Quintero, periodista independiente, junto con mi hermana y mi sobrina se marcharon de Cuba, rumbo a Suiza, el 25 de noviembre del 2003, a raíz de la primavera negra.
Cuando se fue, no conocía a mi hija Melany que por esa fecha tenía 9 meses de nacida. Por ser refugiada política y persona non grata para los que dirigen mi país, la abuela materna de Melany tiene que contentarse con verla en fotos y charlar por teléfono cuando sus escasos recursos de jubilada le permiten llamar.
Probablemente muera en la pacata ciudad de Lucerna sin conocer a su otra nieta. El gobierno no ha dado la menor intención de abolir las absurdas medidas migratorias. Es cierto que en los Estados Unidos, por otra estúpida ley, no se permite que ciudadanos norteamericanos puedan viajar a la isla. A 90 millas de distancia, los dos países aún viven en el período de guerra fría.
Ambas comunidades, tan cerca geográficamente, y a la vez, tan distantes, por las políticas de sus administraciones, debemos insistir en hacer valer nuestros derechos.
Mi madre no tiene por qué morir a 9 mil kilómetros de distancia sin conocer a su nieta. No es razonable que alguien se lo impida. Pero los Castro se guardan en el bolsillo las papeletas para las personas entrar y salir. Y la abuela de Melany no es de su agrado.
Iván García
Lo que dice el comentario anterior es cierto. El gobierno de Cuba no puede/debe poner trabas a sus ciudadanos a regresar a su pais, Castro y compania no son los duenos de la Isla, todos los que nacimos alla tenemos partes iguales de esa tierra. EEUU no le prohibe a sus nacionales salir de EEUU o regresar a EEUU si decidieron vivir en Cuba o en algun otro pais. Lo que sucede en Cuba no tiene comparacion.
No puedes comparar la actitud de los EEUU con la de Cuba, mucho menos llamarla estúpida. Un estado tiene el derecho a requerir de sus ciudadanos que no comercien con un estado enemigo, cosa que no fuera necesaria si no hubieran organizaciones e individuos dispuestos a enriquecerse por estos medios. En fin de cuentas, es infinitamente más fácil para cualquier americano visitar a Cuba que para un cubano visitar cualquier otro país. Dejemos de comparar la tiranía castrista con la política de relaciones exteriores de los EEUU, eso es comparar manzanas con naranjas. Si quieren comparar manzanas con manzanas, comparen la libertad de salir del país, no la de entrar en otro.