Como una mano invisible que mueve a placer una ouija o apuesta a la ruleta rusa, utilizando una metáfora, David, joven escritor, supone que el año próximo será impredecible en la Isla. A la espera que los babalaos difundan su Letra del Año, los nigromantes predigan el futuro y una señora vestida como una gitana, arrojando desaforadamente humo con su tabaco barato, encuentre algunas pistas después de tirar sobre la mesa un mazo de naipes, David sospecha que 2017 traerá más noticias malas que buenas. “Ofrecer un vaticinio es un ejercicio desquiciante. Pueden pasar muchas cosas, pero pocas beneficiarán a ...
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