El transporte público siempre fue una asignatura pendiente del gobierno de Fidel Castro. En particular en La Habana, donde después que quitaron los tranvías, a principios de la década de 1950, el servicio de autobuses estaba a la altura de las más importantes ciudades del mundo. En los años 80, cuando el país tenía conectada una tubería de recursos directa del Kremlin, Hungría y otros países del antiguo bloque socialista, en el poblado de Guanajay, a 60 kilómetros de la capital, montaron una factoría que ensamblaba ómnibus de la marca Ikarus. Eso no impidió que trasladarse de un punto a otro de la ciudad ...
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