A los cubanos se les conoce a una legua en Panamá. Por dos razones. Siempre andan en grupos y suelen hablar gritando. Javier es de ésos. Viajó con cuatro amigos del barrio y ahora, mientras remueve con una cucharilla plástica el azúcar de su cortadito, su voz de trueno se escucha en la cafetería del Aeropuerto de Tocumen.
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