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Taxistas privados se sienten acosados por el gobierno cubano
Taxistas privados se sienten acosados por el gobierno cubano

Taxistas privados se sienten acosados por el gobierno cubano

Decididamente la ecuanimidad no es una de las cualidades de Pastor, ingeniero industrial reconvertido en taxista privado, que seis días a la semana conduce un Dodge con carrocería diseñada en 1954 en una factoría de Detroit, remendada un par de veces en un taller habanero y mejorada con un motor alemán de Mercedez Benz, caja de velocidad sudcoreana y volante de un Lada de la era soviética.

Ese frankestein mecánico es el medio de vida de Pastor, su esposa, cuatro hijos y dos nietos. “Cuando el carro se para, la casa se lo siente. Por eso tengo que estar dando rueda doce o trece horas diarias. Del almendrón vive mi familia y hasta mis suegros. El gobierno considera que los taxistas somos potentados, unos nuevos ricos. Pero no es así”, señala Pastor, mientras conduce el taxi por la estrecha calle Monte rumbo al Parque de la Fraternidad.

Al terminar el viaje, parquea muy cerca del hotel Saratoga y enumera detalles del entramado de taxis colectivos en La Habana. “Hay dos tipos de taxistas. Los que son dueños de su automóvil, como yo, y aquéllos que lo arriendan a una persona propietaria de cinco o seis carros y gana dinero alquilándolos. Todos pagamos el mismo impuesto, que cada año el Estado lo aumenta alegando alguna triquiñuela”, comenta, y agrega:

“El estudio que ha hecho la ONAT -oficina que fiscaliza el trabajo privado en la Isla- es muy elemental. Sus cálculos están alejados de la realidad. La deducción del tiempo que estamos parados es errónea. A veces uno tiene que estar en el taller dos meses o más. También es cierto que, como es usual en Cuba, la mayoría de los taxistas declaran ingresos por debajo. Pero el problema del transporte, que el gobierno intenta trasladarnos a nosotros la responsabilidad, es un asunto que ellos no han resuelto. Si mi negocio es de oferta y demanda, entonces nadie se debe inmiscuir en los precios que yo pongo. Al Estado eso no le concierne. Si quieren mejorar el transporte público, que compren cientos de guaguas y taxis, para que vean como los precios bajan”, señala Pastor, que a medida que transcurre la charla se va apasionando y no pocas palabrotas gruesas salpican la conversación.

“Esto nada más puede pasar en una dictadura. Si de verdad quieren que las cosas mejoren, hubieran dialogado con nosotros, los taxistas, que solo en la capital somos más de diez mil. Compadre, el Estado no da ni cojones. Ni un tornillo ni nada. Todo lo pagamos nosotros. ¿Cuál hubiera sido una buena solución? Vendernos el petróleo, que ahora cuesta un 1.10 cuc en los CUPET, a 10 o 15 pesos, y entonces exigirnos poner precios fijos a la carrera”, apunta Pastor indignado.

Si usted conversa con cualquiera de los taxistas privados habaneros, notará la irritación a flor de piel. “Esto es fácil: si el gobierno sigue jodiendo, mañana entrego mi licencia y boteo por la izquierda. De hecho hay un montón de gente que lo está haciendo. No habrá policías suficientes para estar cazando a 15 mil boteros ilegales”, señala un taxista que maneja la línea Habana-Playa.

Eliecer, chofer de la ruta Lisa-Parque Central, saca sus cuentas. “Yo le manejo a una señora que es la dueña del auto. Le pago 25 cuc diarios. Pero debo costear los arreglos del coche y el combustible. Después de los 600 pesos que le entrego a la dueña, gano entre 400 y 500 pesos diarios. Pero no tengo descanso. Me reviento trabajando”.

A Osvel, ex militar retirado, lo que más le molesta es la prepotencia de las autoridades. “Qué trabajo le cuesta al gobierno reunirse con los taxistas y negociar un buen acuerdo. Pero no, lo hacen a pepe timbales. Es verdad que se gana diez veces más que trabajándole al Estado, pero siempre se debe tener dinero guardado para los casos de roturas, que por ser autos viejos y remendados son frecuentes. Lo más simple es meterle el pie a la gente, una vieja costumbre del gobierno”.

En una nota publicada en el periódico Granma el 8 de febrero, las autoridades dividieron la ciudad en 30 rutas y determinaron los precios que ellos consideran se deben cobrar de un tramo o destino a otro dentro.

La otra cara del problema son los usuarios. Ocho de doce personas consultadas están molestas por el alza de precio de taxis en La Habana. “Ya es un descaro de los taxistas. Porque les sale de sus huevos han duplicado y triplicados los precios. Si ellos creen que el gobierno abusa de ellos, pues que hagan una huelga en la Plaza de la Revolución, pero no busquen como salida elevar los precios y joder al pasajero”, comenta Daniel, quien dice llevar una hora esperando un taxi en la Calzada de Diez de Octubre.

Luego que en julio de 2016 el régimen decretara topar los precios, y abrieran una línea telefónica para recibir denuncias de la población, no pocos taxistas pararon varios días y la mayoría decidió partir las carreras. Por ejemplo, una carrera de La Palma al Parque de la Fraternidad que costaba 10 pesos, la dividían en dos: 10 pesos hasta Toyo y Calzada de Luyanó y otros 10 pesos hasta el Parque de la Fraternidad.

“El problema es que antes se conseguía petróleo en bolsa negra. Pero desde que en el verano pasado el gobierno comenzara a controlar el combustible que se roba en las empresas estatales, hay que comprarlo en moneda convertible, que cuesta más del doble que por la izquierda, y entonces suben los costos”, justifica el alza de los precios un taxista.

Aunque todos los consultados coinciden, tanto taxistas como usuarios, que con estas medidas de corte populistas, el gobierno pretende camuflar al legítimo culpable y su ineficacia probada e incapacidad para diseñar un modelo de transporte funcional.

Pastor, iracundo, va más allá. “Es una guerra no declarada a los trabajadores particulares. ¿Por qué no le topan los precios a los taxis arrendados al Estado? Ellos trabajan prácticamente sin utilizar el taxímetro y ahora cobran el doble o el triple que hace dos años. Y en divisas”.

La flota de autos modernos pintados de amarillos que circulan en la ciudad, para uso de turistas o ciudadanos de bolsillos amplios, pagan 55 cuc diarios al Estado por concepto de arrendamiento.
El gobierno no es bobo. No va entablar una batalla con taxistas que le reportan ganancias. Y en moneda convertible.

Iván García
Diario Las Américas, 12 de febrero de 2017.

Foto: Tomada de Habana Live.

Sobre admin

Periodista oficial primero (1974-94) e independiente a partir de 1995. Desde noviembre de 2003 vive en Lucerna, Suiza. Todos los días, a primera hora, lee la prensa online. No se pierde los telediarios ni las grandes coberturas informativas por TVE, CNN International y BBC World. Se mantiene al tanto de la actualidad suiza a través de Swissinfo, el canal SF-1 y la Radio Svizzera, que trasmite en italiano las 24 horas. Le gusta escuchar música cubana, brasileña y americana. Lo último leído han sido los dos libros de Barack Obama. Email: taniaquintero3@hotmail.com

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