La vida siempre te ofrece una oportunidad. Aquella tarde de mayo de 2015, cuando falleció en Miami el padre de Héctor, un ingeniero industrial de 31 años, su familia en Cuba comenzó a sufrir carencias materiales.
“El viejo giraba todos los meses 300 o 400 dólares y nos hacía llegar ropa y electrodomésticos a través de mulas. Los salarios de mi madre, mi esposa y el mío juntos equivalían a 80 dólares. Con el dinero que enviaba mi padre pudimos reparar la casa y alimentarnos mejor. Cuando murió, nos preguntamos ¿qué hacemos ahora? Podíamos quedarnos de brazos cruzados o planificar algún negocio para salir adelante. Optamos por lo segundo”, recuerda Héctor.
Lo primero que hizo fue invertir 1,700 dólares que su padre le había enviado para que se comprara una moto y ver cómo conseguía importar teléfonos inteligentes, televisores de pantalla plana y ropa de marca desde Panamá o México.
“Al no tener visa estadounidense, opté por la mexicana y la panameña. Con las primeras compras que hice, incluyendo los gastos de avión, alojamiento, comida e impuestos aduanales en Cuba y Panamá, gané 350 dólares. Pedí la baja del trabajo y me dediqué a mulear”, cuenta Héctor.
La regulación migratoria aprobada en el invierno de 2013 por el régimen de Raúl Castro, abrió un abanico de iniciativas para un segmento amplio de cubanos. De acuerdo a estadísticas oficiales, cada año, más de medio millón de personas viajan al extranjero. Entre 70 y 80 mil de esos viajeros se dedican a importar regularmente mercancías a Cuba. Es un negocio boyante. Lo único que necesitan es un marco legal. Su actual estatus es un auténtico limbo jurídico.
Ana, quien diez veces al año viaja a Cancún y la Zona Libre de Colón en Panamá, explica pormenores. “El Estado nos permite viajar e importar una vez al año solo artículos personales. Todas las personas que nos dedicamos a mulear transgredimos las normas regulatorias en Cuba. Hemos triunfado gracias a la incapacidad del gobierno en suministrar mercaderías a precios asequibles. Fíjate, la mayoría de las veces compramos en mercados minoristas en el extranjero, a veces en lugares tan distantes como Moscú, pagamos los aranceles aduanales y así todo vendemos a precios más bajo que el Estado, con mayor variedad y calidad”.
Un estudio reciente de la consultora The Havana Consulting Group concluye “que los emprendedores cubanos sacaron en 2017 de su país alrededor de 2,390 millones de dólares, nueve veces más que el capital extranjero invertido en la Zona Especial del Mariel ese año y una cifra similar a la que el gobierno comunista dice que necesita para revitalizar la economía de la Isla”.
El estudio detalla cómo se distribuyen esos fondos: 426 millones en líneas aéreas, 472 millones en alojamiento, transporte y alimentación, 1,008 millones en compras y entre 52 y 58 millones en agencias que empacan y posteriormente se encargan de la logística para enviar las mercancías a Cuba.
Ese monto de dinero se situaría como la cuarta industria nacional detrás de la exportación de servicios médicos, las remesas familiares y el turismo. Económicamente beneficia a los que se dedican al trasiego de mercancías y también a un creciente porcentaje de ávidos compradores locales.
Nicolás, economista, considera que “debido a la inexistencia de mercados mayoristas, altísimos precios de venta y mala calidad de los productos ofertados en las tiendas estatales, calculo que de tres a cuatro millones de cubanos compran artículos a las mulas directamente o a través de portales de comercio electrónico como Revolico. A ello deben sumarse las mulas que venden al por mayor a intermediarios que luego comercializan las mercaderías a un precio más alto y, con una novedad: venden a plazos, un mecanismo inexistente en las tiendas estatales”.
Un segmento notable de emprendedores privados encargan sus mercancías a las mulas. “La vajilla, cubiertos, luces y equipamiento del bar se los compré a un conocido que regularmente viaja a Panamá. El Estado no tiene ninguna institución que ofrezca esos servicios a los cuentapropistas”, dice Osmany, dueño de un bar al sur de la capital.
Cada año, los particulares que importan pacotillas son más creativos. Carla, estudiante universitaria, dice que hay gente “que vende ropa, aseo y productos para el cabello comprados directamente en Amazon”. Tal vez es el caso de Liana, una mula con cinco años de experiencia que “gracias al auge de esas ventas, aproveché que tengo visa de entrada múltiple a Estados Unidos, abrí una cuenta bancaria y puedo utilizar una tarjeta de crédito que me permite comprar mercancías en Amazon y otros sitios digitales y después las revendo en Cuba”.
Leonel, también dedicado al negocio de las mulas, opina que “es una buena medida del gobierno de Panamá otorgar esa tarjeta de viaje válida por treinta días. Mi preocupación es otra, que el gobierno nos considera ilegales. Y nos intenta frenar con altos aranceles y prohibiciones que impiden importar grandes cantidades de mercancías. Pero a partir de esa medida, y ya conociendo que miles de cubanos importan productos desde Panamá, pueden decretar sanciones penales o elevadas multas para los que nos dedicamos a mulear”.
Según fuentes diplomáticas asentadas en La Habana, próximamente México tiene previsto agilizar los trámites de visado. En 2017, El Financiero publicaba sobre el boom de los turistas cubanos en México: «El número de viajeros registrados con nacionalidad del país caribeño sumó 100 mil 251 en 2016. Armando Bojórquez, presidente de la Confederación de Organizaciones Turísticas de América Latina, explicó que estamos viendo a muchos cubanos haciendo turismo de compras, en México hay buenos productos y de marcas internacionales que se pueden adquirir en pesos mexicanos y eso ayuda».
Odalys, que se ha especializado en importar ropa y calzado deportivo desde Cancún, opina que “esas medidas pueden ayudar a frenar la creciente ola de corrupción que existe para obtener una visa en los consulados de México y Panamá. Solo para conseguir un turno tienes que pagar 300 o 400 dólares a un intermediario”.
La incapacidad de la autocracia verde olivo para recaudar esos miles de millones de dólares que se fugan al exterior es notoria. En Cubadebate, web oficialista, un comentarista con el seudónimo de Liborio Bobo de Abela se quejaba:
“¿Cuantos millones pierde la economía cubana por la ceguera de los decisores? ¿No podrían CIMEX, TRD, etc, con precios más razonables captar esas divisas que fluyen a la economía panameña? No puede ser que resulte más económico comprar a los que mulean desde Panamá por el sinsentido del impuesto de un 240% en las tiendas por divisas y una política de precios obsoleta y absurda. ¿Está nuestra economía en condiciones de despreciar ese enorme potencial? Hoy es prácticamente más rentable comprar cualquier cosa en cualquier lugar (Haití incluido), pagando el pasaje, la visa, alojamiento, alimentación y el impuesto aduanal que comprar en las tiendas acá. ¿Alguien entre tantos ilustres cerebros ha pensado en esas cuestiones?”, argumentaba el comentarista.
Todo parece indicar que ningún «ilustre cerebro» ha pensado en esas cuestiones.
Iván García
Foto: Tienda en Panamá, país donde se estima que en 2017 los cubanos dejaron unos 100 millones de dólares en compras. Tomada de On Cuba News.