Ocho de la noche. En la edición estelar del noticiero de la televisión cubana, varios estudiantes de la enseñanza media repiten una letanía de frases huecas y consignas políticas que ni ellos mismos se creen. El mensaje que reciben los televidentes puede resultar contraproducente, como le ocurrió a Joel, 26 años, quien junto a su novia esperaba en el mostrador de una cafetería privada para comprar hamburguesas.
“Fue alucinante cuando vi eso en la tele. Por ese tipo de noticias la mayoría de la gente no confía en el gobierno. ¿Quién va a creer en unos jóvenes que hablan como si fueran robots programados? El sistema tiene que reformar sus peroratas. No atraen a la juventud ni tampoco al resto de la población. Constantemente repiten clichés. Además de cheos, son muy aburridos”, dice Joel.
Esa avalancha diaria de propaganda ideológica en los medios provinciales y nacionales ha espantado a un segmento importante de la audiencia. Para Carlos, sociólogo, “un sector mayoritario de la ciudadanía huye de los programas y eventos políticos. Incluso aunque participen trabajadores, como en los desfiles por el primero de mayo, las personas que asisten no interiorizan la narrativa que intenta venderle el aparato publicitario del régimen. Cada vez más, los cubanos se han vuelto resistentes e inmunes a las orientaciones y consignas emitidas por el partido comunista”.
La simulación en las sociedades totalitarias es un arma de camuflaje perfecta en un pueblo que busca escapar de la manipulación y del hastío que le producen tantas informaciones repletas de contenido político.
Saúl, licenciado en filosofía, considera que “el gobierno no ha sabido o no ha podido resetearse. En medio de una alarmante crisis económica, inflación que no para de crecer, desabastecimiento general, servicios básicos que no funcionan y pésima administración de las instituciones públicas, es desacertada esa campaña propagandística emprendida por el Estado. La gente huye de ese barraje de noticias tendenciosas alquilando la ‘antena’, un negocio clandestino, o el ‘paquete’, un compendio de series, novelas y películas transmitidas por cadenas estadounidenses, brasileñas o mexicanas. Así se libran de ver la soporífera mesa redonda, el noticiero de televisión y la retahíla de espacios ideológicos que un alto porcentaje de la población rechaza”.
En su opinión, una muestra clara que la propaganda del gobierno ha fracasado estrepitosamente, «es que a pesar de las numerosas noticias negativas que publica la prensa oficial sobre Estados Unidos, como si fuera un efecto boomerang, la gente lo suele interpretar de forma contraria. Eso ha generado una tendencia peligrosa en miles de cubanos que quieren emigrar, pues piensan que el capitalismo es un paraíso”.
Intentando informar, los medios estatales desinforman a los ciudadanos. La principal fuente de información exterior de la parrilla televisiva de Cuba son Telesur, Russia Today y canales de Irán, Siria y China. En el tema de la guerra de Rusia contra Ucrania, la manipulación noticiosa y el análisis de los hechos ha sido brutal. Los crímenes del ejército ruso, el comportamiento neo fascista de diversos grupos privados de contratistas militares a las órdenes de Putin y el sumiso apoyo del régimen cubano a Moscú, ha levantado ronchas en amplios sectores de la población.
Una muestra del desgaste y debilidad del actual régimen es la cobardía política para reclamarle a Rusia que deje de contratar a cubanos que luego utilizan como mercenarios. El gobierno ha publicado un par de notas condenando los hechos. Pero no ha emplazado a Rusia por su injerencia en la soberanía y asuntos internos de Cuba. “La gente está tomando nota. No puede ser que cuando Estados Unidos invade Afganistán o Irak, sea una guerra imperialista, mientras que la Rusia de Putin que lleva ejecutando guerras de rapiñas y de ocupación desde 2004 en antiguos territorios de la URSS, la prensa oficial las apoye y considere en legítima defensa”, expresa el sociólogo Carlos.
El surrealismo político en Cuba es demencial. Por cualquier motivo, ya sea un triunfo deportivo, un desastre natural o una efemérides, la maquinaria propagandística se pone en marcha. La dramaturgia del partido comunista es invariable. Solo cambia la decoración de fondo, de acuerdo al evento. Si es un acto fúnebre, colocan cortinas negras detrás de la mesa presidencial.
Para premiar a obreros y funcionarios destacados, además de entregarles diplomas, se escogen cortinas rojas, color que identifica a los comunistas en el mundo. Se desempolvan fotos de Fidel y Raúl Castro y también citas, a veces de José Martí. La disposición de las sillas es importante. El gobernante del país se sienta en el centro de la mesa presidencial, instalada en una tarima a mayor altura, según dicta el protocolo oficial.
Es de buen gusto entre los caciques del régimen obtener el grado de doctor. El anodino gobernante Miguel Díaz-Canel, su esposa Lis Cuesta, el ministro de economía Alejandro Gil y ahora Esteban Lazo, presidente del inoperante parlamento, han presentado tesis doctorales en la Universidad de La Habana.
Díaz-Canel se convirtió en doctor en Ciencias en 2021, con una tesis titulada “Sistema de Gestión de Gobierno basado en la Ciencia y la Innovación”. Ese mismo año, Alejandro Gil, un ministro que no ha sido capaz de atajar la inflación ni ofrecer soluciones a una crisis económica que se extiende por cuatro años, preparaba su tesis doctoral con su compadre Díaz-Canel como tutor.
El título de la tesis de Gil es “Metodología para la gestión del plan de desarrollo económico y social de Cuba”. Un año después, se convirtió en doctora Lis Cuesta, esposa de Díaz-Canel, con la tesis “Modelo pedagógico para exportación de servicios académicos en la agencia Paradiso”.
Y en los últimos días ha circulado un acuerdo de la Comisión Nacional de Grados Científicos del Ministerio de Educación Superior, por el cual se aprobó, a solicitud de la Universidad de La Habana, la defensa de Esteban Lazo de la tesis doctoral “Concepción teórico metodológica del trabajo político ideológico del Partido Comunista de Cuba”.
Las redes sociales se han inundado de críticas, memes y sarcasmos. “Son incapaces de producir alimentos y que funcionen con decencia los servicios públicos y estos ineficaces personajes que dirigen el país por mandato divino se dan el valijú de querer obtener el título de Doctor. Pa’ mear y no echar gota”, dice una cubana residente en España.
“Cantinflas en un niño de teta al lado de esta gente (el régimen). El único doctorado que tienen es el de la represión del pueblo durante 64 años. En eso sí que tienen un máster”, escribió en su muro de Facebook un cubano de la provincia de Matanzas.
Yislen, sicóloga, asevera que “el reconocimiento y el ego desmedido es un comportamiento habitual entre los seres humanos. Sobre todo cuando se consideran que no han sido suficientemente reconocidos. Pero llama la atención, en el caso de los dirigentes cubanos, que buscan ese reconocimiento sin haber tenido éxito en su desempeño administrativo. El modelo político en Cuba siempre fue muy personalizado. Todo giraba en torno a la figura de Fidel y después de Raúl. Es una estructura de gobierno militar de ordeno y mando, donde el subordinado cumple ordenes y rara vez propone. Casi todos los actuales funcionarios siempre fueron subalternos, por eso quieren obtener un doctorado, para demostrar conocimientos y autoridad”.
En un país donde casi nada funciona, la saturación de propaganda política e ideológica, consignas y promesas incumplidas provoca un enorme rechazo entre la población. Cuando Díaz-Canel sale en el noticiero, muchos cubanos apagan el televisor.
Iván García
Foto: Caldosa del 28 de septiembre. Fotomontaje de Armando Tejuca tomado de ADN Cuba.