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Crónica de un 4 de Julio en La Habana

Crónica de un 4 de Julio en La Habana

Es más rápido un vuelo de La Habana a Miami que viajar desde el barrio de La Víbora, al sur de la ciudad, hasta la casa del encargado de negocios de Estados Unidos, Benjamín Ziff, en el antiguo Country Club, hoy reparto Cubanacán, al oeste de la capital.

En una nación estándar, un periodista que tenga automóvil o una simple moto eléctrica, hace el trayecto en menos de cuarenta minutos. Pero Cuba es un país atípico. Para llegar a la recepción por el Día de la Independencia, que comenzaba a las siete de la noche, tuve que salir de casa a las cuatro de la tarde. El calor era bestial. El termómetro marcaba 33 grados, pero la sensación térmica era de 38 grados Celsius.

A esa hora, en la empercudida Calzada de Diez de Octubre, rodeada de edificios ruinosos, hay un tráfico impresionante de personas. Unas que han terminado su jornada laboral y en las paradas esperan por un transporte que los lleve a sus casas. Cientos de hombres y mujeres, de todas las edades, caminando de un lado a otro con jabas en las manos, para ir a comprar el pan o los cinco huevos per cápita de la libreta de racionamiento.

Coger un taxi colectivo en las horas de máxima afluencia es una aventura. Estuve más de treinta minutos sacando la mano, intentando que un almendrón se detuviera. Si vas a la zona del Vedado tienes que señalar con el dedo hacia la derecha y si quieres ir a Centro Habana, con el dedo a la izquierda. La mayoría de los boteros estaban ocupados.

Un tipo que manejaba un auto KIA de una empresa estatal paró: “Al Vedado por 200 pesos”. Me monté. Con la locuacidad típica de los cubanos me contó que es proyectista en una constructora. “Ni siquiera diseñamos los hoteles que construye GAESA. Mi salario es de mil pesos mensuales y aprovecho el carro de la empresa pa’ ganarme unos pesos”.

Al llegar al Vedado, afuera del cine Yara, otra batalla contra los demonios del socialismo castrista: tomar ahora un taxi hasta el paradero de Playa. La gente corriendo de un lado a otro. Peleándose por entrar primero en el taxi colectivo. Y los choferes, ante la demanda, suben el precio para ganar más dinero.

“250 pesos hasta la terminal de Playa”, dijo un moreno musculoso con pinta de ex presidiario. “Estás apretando, bro”, se queja un señor. Inmutable, responde: “Es lo que hay. El gobierno tiene al pueblo sin desayunar, jamando una vez al día y no se quejan tanto”. Consigo subir junto a otras cuatro personas. Una señora obesa, cargadas de jaba, me exprime contra el volante del chofer. Antes de partir, el taxista se empina un pomo plástico de agua y pone en el equipo de audio, a toda mecha, música de la religión yoruba. De truco.

Al paradero de Playa llego a las seis y quince de la tarde. Más de dos horas de viaje. En ese tiempo se va y se regresa de Miami en un vuelo que dura 45 minutos. En Playa, a ‘jinetear’ otro taxi. Al no existir una ruta fija de taxis hasta la zona donde está enclavada la residencia del encargado de negocios en Cubanacán, los precios se disparan. Y aunque es un recorrido de dos kilómetros, un taxista me cobra 500 pesos hasta el lugar.

Cuando ya estoy llegando a la residencia, me llama la atención la cantidad de militares de alta graduación por toda la zona. Le pregunto al chofer si no se equivocó de sitio. “No, la casa del americano es aquí”. En las cuadras de acceso se ven motos de tránsito y un grupo de coroneles. Según el disidente Manuel Cuesta Morúa, hasta un general se encontraba vigilando por los alrededores.

En una carpa a la entrada de la residencia te revisan con el código QR la invitación y después, antes de pasar, te chequean con equipos electrónicos. Ya adentro, en fila, el personal de la Embajada y el encargado de negocios y su esposa saludan amablemente a cada uno de los invitados, quienes inmediatamente se dirigen a tomarse una cerveza fría.

Las dependientes pasan con bandejas de canapés, jugos y cerveza fría. Los invitados hacen sus tertulias. Los diplomáticos de la Unión Europea forman un grupo y los de países africanos, otro corrillo. Los miembros de la iglesia católica local charlan entre sí. Los emprendedores privados se saludan afectuosamente. En una esquina conversan varios periodistas independientes y opositores , entre ellos Oscar Elías Biscet, Martha Beatriz Roque Cabello, Manuel Cuesta Morúa, Marthadela Tamayo, el abogado Julio y el activista religioso Dagoberto Valdés.

“Es la celebración del r de julio que han invitado a menos opositores”, señala un disidente. “Muchos no han venido por el calor y como la embajada ya no pone transporte, tienen que gastar casi 1,500 pesos en taxis de ida y vuelta, prefieren quedarse en sus casas”, dice otro. Un opositor comenta que “muchos disidentes y periodistas independiente se han largado del país y algunos como Luis Manuel Otero Alcántara, Lázaro Yuri Valle Roca, Maykel Osorbo y José Daniel Ferrer están presos. A otros, la embajada los ningunea porque son de derecha y los consideran ‘trumpistas’. Al no estar funcionando el programa de refugiados políticos, han tenido que emigrar de manera irregular”.

Periodistas libres somos cuatro: Camila Acosta, Reinaldo Escobar, Ángel Santiesteban y yo. El ex congresista Joe García, vestido con una guayabera azul oscura, viene hacia donde estamos y nos saluda. Comenzamos a hablar.

“Estoy convencido que la solución al problema de nuestra patria pasa por dialogar entre los cubanos. Es algo que tienen que entender tanto el gobierno y la oposición en Cuba, como los activistas en Miami. El asunto cubano lo sustenta el lobby político del exilio. Para destrabar el nudo gordiano hay que sentarse a negociar. No hay otra salida. Se lo he comentado a los funcionarios del gobierno cuando me he reunido con ellos. También les he pedido la liberación de los presos político Hay que crear un clima de confianza.”, apunta García, quien se ha reunido con Miguel Díaz-Canel.

Diario Las Américas le preguntó sobre las presuntas bases chinas en la Isla y la alianza del régimen con Putin. “Lo de China, de acuerdo al Departamento de Estado, se está tratando por canales diplomáticos. Y lo Rusia es más farol de Moscú que planes realistas”, aseguró Joe García.

En ese momento, Benjamín Ziff, encargado de negocios, reclamó la atención de los presentes. En un breve discurso destacó la importancia del Día de la Independencia, no solo para Estados Unidos, también para Cuba y el mundo. Reiteró la prioridad de Washington con el tema de los derechoshHumano y subrayó el apoyo de su país y numerosas naciones a Ucrania. Luego, una artista cantó el Himno Nacional. La novedad fue que la destacada cantante Laritza Bacallao interpretó en inglés el himno de los Estados Unidos de América.

A continuación se presentó un grupo de baile y una banda de roqueros veteranos amenizaron la velada. Pero los invitados, sobre todos los cubanos, estaban más para conversar entre ellos y beber cerveza y whisky gratis.

Salir de allí y conseguir un taxi para regresar a sus respectivos hogares, fue otra odisea para muchos de los presentes. “Parece que los americanos también tienen problema con el combustible. Si el próximo 4 de julio no ponen transporte, no vengo», se quejó una invitada.

A la salida, funcionarios de la embajada obsequiaban un bolso con un pomo plástico de agua, una sombrilla y un paquete de café. Por la escasez de café en Cuba, siempre hubo quien se las ingenió para recibir dos bolsos.

Iván García

Foto: Personas intentan coger un ‘almendrón’ en La Habana, aunque por la chapa, el chofer es de Pinar del Río. Tomada de 14ymedio.

Sobre admin

Periodista oficial primero (1974-94) e independiente a partir de 1995. Desde noviembre de 2003 vive en Lucerna, Suiza. Todos los días, a primera hora, lee la prensa online. No se pierde los telediarios ni las grandes coberturas informativas por TVE, CNN International y BBC World. Se mantiene al tanto de la actualidad suiza a través de Swissinfo, el canal SF-1 y la Radio Svizzera, que trasmite en italiano las 24 horas. Le gusta escuchar música cubana, brasileña y americana. Lo último leído han sido los dos libros de Barack Obama. Email: taniaquintero3@hotmail.com

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