Sentado tras un buró de caoba, con su pajarita negra, camisa blanca y zapatos negros de cuero muy lustrado, Dennis, portero de Villa Hernández, una casona majestuosa construida en la primera década del siglo XX en la barriada habanera de La Víbora, confiesa que hubiese querido que el presidente Obama y su familia hubieran cenado en Villa Hernández.
“Hay una ruta fija por donde pasan celebridades y políticos de renombre: La Guarida, La Fontana, San Cristóbal, paladares situadas en zonas turísticas, o la Fábrica del Arte Cubano, en el Vedado. El resto de la ciudad es desconocida por los famosos. Te aseguro que si Obama hubiera venido a Villa Hernández u otra paladar menos céntrica, habría cambiado su protocolo habitual”, asegura. Y ofrece detalles de la excelente cocina y arquitectura del restaurante donde trabaja.
Un pequeño radio de batería le permitió a Dennis seguir el discurso de Obama en el Gran Teatro Alicia Alonso. “Fue un discurso redondo, emotivo y respetuoso. A cualquier cubano que tenga amigos o familiares en el extranjero le llegó al alma. El hombre tiene una muela de lujo. A mí me parece un tipo honesto. No sé si su visita traerá cosas buenas para los cubanos, ojala que sí, pero su lugar en la historia no se la quita nadie”.
Ernesto, albañil, mulato delgado de manos callosas, dispara las palabras en ráfagas. “Los amigos del barrio dicen: ‘Bueno y en qué nos va a beneficiar la visita de Obama, porque la comida sigue costando muy cara, vivimos mal y el salario no alcanza’. Pero eso no es culpa de Obama, les respondo. Y les explico que el beneficio es otro. Ya estos viejos (el gobierno) tendrán que cambiar su disco rayado (discurso). Obama le ha tendido la mano a los cubanos. Ahora, habrá que esperar si Raúl, o el que venga atrás, le conviene ofrecer la suya”.
Dos días después de que el Air Force One despegara del aeropuerto de Rancho Boyeros rumbo a Buenos Aires, el huracán Obama y sus efectos colaterales siguen centrando las conversaciones de los residentes en la capital.
Es que el inquilino de la Casa Blanca llegó a la isla con un cambio de percepció y una nueva narrativa. Un discurso simple, donde cada palabra estuvo destinada a llegar al corazón de los cubanos.
Obama es un experto de mercadotecnia política. Su sonrisa cautivadora, sus guiños de ojos y la empatía que transpira, es capaz de conquistar hasta enemigos acérrimos. Y él lo sabe.
Es el presidente del siglo XXI que mejor explota las nuevas herramientas tecnológicas. Su twitter inicial, Qué Bolá Cuba, sus frases en español y el detalle de haber viajado con su familia, suegra incluida (las suegras en Cuba tienen fama de antipáticas y entrometidas), formó parte de una escenografía con varios mensajes subliminales.
Y fueron precisamente estos mensajes los que atraparon a una mayoría de cubanos, sin distinguir ideologías ni credos religiosos. En el parque Fe del Valle, a un costado del Boulevard de San Rafael, decenas de personas se conectan a internet para charlar con sus parientes al otro lado del Estrecho de la Florida.
Hablan de todo. Desde cosas ciertas, hasta la habitual rumorología que se desata en Cuba por la escasa cobertura noticiosa de la prensa oficial. Yanaida comenta con su padre que vive en Hialeah: “Papá, lloré con el discurso de Obama. El prieto se las gasta cuando habla. Ojala tuviéramos políticos con sus habilidades”.
Ninguno de los ciudadanos consultados por Hispano Post, piensa que las reglas del juego van a cambiar en Cuba. “Esto va a seguir igual. La libreta de racionamiento, poco dinero y los cubanos seguiremos pasando más trabajo que un forro de catre. Yo creo que la propuesta de Obama es para después que Raúl Castro se retire del poder en 2018. El mensaje es para los que vengan atrás”, apunta Ortelio, funcionario jubilado del Ministerio de Educación.
Parecen demasiadas sensaciones en una urbe sobresaturada de población, edificios ruinosos y calles llenas de baches. La gente se pregunta qué tiene Cuba, que después del 17 de diciembre ha despertado el interés de estadistas y personalidades de distintas partes del mundo.
No es necesario gastar tinta especulando con densas teorías conspirativas o ilusorias para desenredar el fenómeno Obama. El hombre tiene gancho, y punto.
Mientras los cubanos que desayunan café sin leche aún comentan sobre la visita de Obama, ya en los terrenos de la Ciudad Deportiva está listo el escenario para el concierto, el viernes 25 de marzo, de los los Rolling Stones, los abuelos del rock.
Joel, estudiante de bachillerato, siente que los habaneros son privilegiados. “Beyoncé, Paris Hilton, Miguel Cabrera, Derek Jeter, Kerry, Obama y ahora los Rolling. Es demasiado para una ciudad que una vez fue importante, pero hace tiempo dejó de serlo”, expresa sentado en la escalinata de su escuela.
Ahora mismo, Cuba es menos Isla que nunca. Hacia dónde vamos es la interrogante.
Iván García
Hispanost, 24 marzo de 2016.
Foto: Cubanos miran la llegada de Obama a La Habana, el domingo 20 de marzo de 2016, a través de la señal de televisión captada por un teléfono móvil. Tomada de Cubaencuentro.