Probablemente el mayor mérito del dictador Fidel Castro fue que logró vender al mundo un relato de empoderamiento y conquistas sociales sufragado con cheques millonarios girados desde el Kremlin.
Castro, padre de la revolución cubana, fue una mezcla explosiva de pandillero estudiantil, ambiciones políticas y ego mesiánico. Utilizó todas las herramientas a su alcance, incluida la violencia, para hacerse un hueco en la política nacional.
Su orientación ideológica siempre fue oscilante. Supo capitalizar durante muchos años el apoyo popular aplicando medidas que favorecieron a las clases más pobres. La incesante propaganda política y feroz adoctrinamiento anestesió el pensamiento crítico de los cubanos.
En nombre del futuro luminoso que nunca llegó, Castro gobernaba el país como si fuera su latifundio. Prometió al pueblo que tendríamos más leche y queso que Holanda y comeríamos mayor cantidad de carne res que Argentina o Uruguay.
Los ministros eran mascarones de proa. Fidel Castro era el que decidía lo que se hacía. Ese voluntarismo descomunal propició el surgimiento de instituciones paralelas al gobierno que le informaban personalmente cada dólar que entraba al país.
Todas esas empresas, legales o ilegales, mantenían informado al ‘comandante’, de las diferentes operaciones, ya fuera la exportación de servicios médicos, ventas de bienes a turistas, ganancias reportadas por el tráfico de marfiles en África o el pago de los carteles colombianos de drogas.
El embrión de GAESA, cuenta a Diario Las Américas un ex funcionario, “fueron las empresas militares creadas por Raúl Castro durante las décadas de 1970 y 1980 , encargadas de producir alimentos, pertrechos militares y otros insumos para el gigantesco aparato armado. Estaban bien organizadas y sus estructuras, directivos y funcionamientos habían sido copiados del modelo japonés. Al principio, ese sistema económico funcionaba como un circuito cerrado solo para satisfacer las demandas de las fuerzas armadas. A raíz de la apertura del turismo internacional, Fidel sospechaba que el ministerio de turismo no reportaba los datos exactos de las divisas obtenidas y que una parte de ese dinero se malversaba”, señala el ex funcionario y continúa explicando:
“Habló con Raúl y se creó Gaviota, una empresa de turismo paralela, que se encargaría de verificar las entradas reales de divisas en el turismo. Con la caída del socialismo en Europa del Este en 1989-1991, Fidel implanta en Cuba el llamado ‘período especial en tiempos de paz’ y esas empresas militares crecen y se fortalecen. Ya a finales de los años 80, la mayoría de las empresas estatales administradas por el sector civil, sufrían pérdidas y eran un lastre para el Estado, debido a la corrupción, falta de autonomía y pésima gestión. El sistema de dirección empresarial creado por las fuerzas armadas comenzó a ser aplicado a gran escala».
«Cuando Raúl Castro llega al poder en 2006, tras la enfermedad de su hermano, se tenía cierta esperanza de que en el ámbito agrícola e industrial funcionaría ese modelo. Pero hubo un problema. Esas empresas no eran sustentables debido a la escasez de divisas. La estrategia fue potenciar un grupo de negocios para que captaran divisas y luego se revertieran en el desarrollo de esas ramas. Al inicio, GAESA administraba un sector del turismo, una red de tiendas y gasolineras en divisas, además de los bancos que movían las transacciones en dólares. Pero ya en 2014 controlaba el 90 por ciento de las operaciones que generaban divisas y que iban desde el turismo hasta las remesas familiares y la exportación de servicios profesionales. También la minería, extracción de oro y ETECSA. GAESA tiene bancos que operan en otros países y una flota de barcos tanqueros para importar petróleo. Sus cuentas no las administra el gobierno ni son fiscalizadas por la Controlaría General de la República. Las gestiona Raúl Castro, su familia y un grupo reducido de generales y hombres de confianza. Es un gobierno a la sombra. Nada que no se sepa”, afirma el ex funcionario.
Quizás lo novedoso, lo que ha trascendido, son las divisiones y rencillas surgidas entre GAESA y funcionarios del gobierno actual. ¿Hay diferencias entre las estrategias que implementa Díaz-Canel y las de GAESA, patrocinadas por su mentor político Raúl Castro?, le pregunto al ex funcionario.
“No lo creo. Los principales cabecillas del gobierno, dígase Díaz-Canel o Manuel Marrero, responden a los intereses de los militares. Sucede que Díaz-Canel lidera un conjunto de ministros, primeros secretarios del partido en provincias, gobernadores y vice gobernadores provinciales municipales así como una legión enorme de burócratas y funcionarios institucionales acostumbrados al nepotismo, tráfico de influencia y corrupción que les garantizaba un alto nivel vida. La espantosa crisis económica en Cuba es multisistémica. No hay dónde robar. Los almacenes de víveres están vacios. La reserva estatal está en mínimos. Los que administran los servicios básicos no cuentan con apenas recursos. Sus cuentas en divisas las gestiona el gobierno central, entiéndase GAESA. La crisis económica, potenciada por un mal gobierno y la pandemia del Covid se convirtió en una tormenta perfecta”, asegura y añade:
“La entrada de divisas que controla GAESA ha caído casi en un 60 por ciento, debido a la reducción de contratos de servicios médicos en el exterior y un 50 por ciento menos de remesas que llega a la Isla. Y una parte importante de esos dólares que llegan no pasan por su sistema financiero. Marrero reconoció que el Estado ha dejado de recibir más de dos mil millones de dólares. Probamente sean tres mil millones o más. Esos dólares y esos euros los emigrantes los invierten en sacar a su familia del país y los cubanos que tienen acceso a divisas las gastan en negocios como las MIPYMES».
Según el ex funcionario, las MIPYMES, al menos las más importantes, «fueron diseñadas para intentar abrir un nicho de mercado en Estados Unidos aliándose a empresarios cubanos residentes en ese país. ¿Qué ha pasado? Que se ha iniciado una fiebre de negocios dentro de los gobiernos nacionales, provinciales y municipales para lograr un mecanismo que les permita ganar dólares fuera del sistema controlado por los militares. Por eso el gobierno inicia una cruzada contra la corrupción y las ‘distorsiones’ de las MIPYMES. El único y verdadero objetivo es recuperar el control de las divisas que entran a Cuba”.
De eso se trata la nueva guerra económica emprendida por el régimen.
Iván García
Foto: Tomada de El Toque.