Desde La Habana

La Habana, un día cualquiera

A cualquier hora, es constante el ajetreo por los alrededores de la plazoleta de la India, contigua al Parque de la Fraternidad, frente al Capitolio Nacional.

Un ir y venir de personas, de todas las provincias. También turistas, con sus sombreros y sus cámaras. Pese a las ruinas y a su edad (ya cumplió 490 años) La Habana todavía conserva encantos.

Los cubanos, en las calles. A lo suyo. Cada uno con sus problemas.  «Luchando», «resolviendo», «sobreviviendo», tres de los gerundios más usados en la isla de los hermanos Castro.

En el antiguo edificio del Diario de la Marina, hoy sede del Tribunal Provincial, el público es muy distinto. Presos esposados, policías y carceleros, abogados y jueces, testigos y curiosos, aguardan impacientes porque comience el juicio.

Varias cuadras más abajo, donde termina el Paseo del Prado, por la mañana, tarde o noche, encontramos a los que prefieren ver transcurrir el tiempo sentados en el mejor sitio que tiene la ciudad: el muro del malecón.

Texto y foto: Iván García

Salir de la versión móvil