En la brasileña Zilda Arns (Santa Catarina 1934-Puerto Príncipe 2010), pediatra y fundadora de la Pastoral da Criança se resume lo mejor del ser humano desinteresado y generoso, que no sale a relucir cuando se produce una tragedia, si no todos los días de su vida.
Más que médico, Zilda fue defensora de los derechos de los niños y adolescentes en Brasil y América Latina. Incansablemente luchó contra la desnutrición y la mortalidad infantil. Hasta su muerte, el 12 de enero, al frente de su Pastoral, atendió a 1,8 millones de niños y gestantes en comunidades pobres de Brasil y otros países latinoamericanos.
El martes 12, la doctora Arns leía un discurso en una asamblea religiosa haitiana, en Puerto Príncipe, cuando las paredes de la iglesia donde se encontraba se vinieron abajo. Sus palabras, que no pudo terminar, porque la sorprendió la muerte, finalizaban resaltando la importancia de cuidar a la infancia «como bien sagrado», promoviendo el respeto de sus derechos y protegiéndolos «de la misma manera que los pájaros cuidan a sus pichones» en su nido.
Nelson Arns Neumann, hijo de Zilda, también médico y coordinador nacional de la Pastoral da Criança, recibió la noticia de la muerte de su madre por una llamada que le hicieron de las oficinas del presidente Lula, muy compenetrado con Zilda y la labor que ella realizaba en favor de los más desamparados.
Todo Brasil hoy llora a Zilda Arns, y a los 14 militares brasileños de la Misión de Paz de las Naciones Unidas en Haití. Además de estos catorce cascos azules brasileños, se reportaba la pérdida de cinco policías de la fuerza internacional enclavada en Haití, tres de Jordania, uno de Chad y otro de Argentina, y de un empleado civil haitiano.
Entre los fallecidos de la ONU también se encuentra el jefe de la misión, el diplomático tunecino Hedi Annabi, así como ocho policías chinos con los cuales estaba reunido cuando se produjo el terremoto. No se tenían noticias del subjefe civil de la misión, el brasileño Luiz Carlos da Costa. Dada la magnitud del sismo -7,0 grados en la escala Richter- la cifra total de muertes, del personal de Naciones Unidas y de cooperantes de otros países, puede ser mucho más alta.
Los nombres de Zilda y de Annabi, son de los primeros que se han conocido, de profesionales que atrás dejaron comodidades hogareñas y laborales, para irse a trabajar o emprender proyectos en un país tan pobre como el más pobre de África. Debido a su extrema pobreza, a Haití muy pocos iban como turistas, a pasear y veranear.
Según información publicada en Granma, el jueves 14 de enero, de los 152 colaboradores cubanos en Haití, hasta la fecha se reportaba un solo un herido grave, Joel Melo Torres, y dos lesionados leves, Adalberto Bravo Carbonell y Alina Almeida Rivera. El resto se encontraría bien y la Brigada Médica Cuba habría podido abrir enseguida un hospital de campaña y horas después comenzar a prestar asistencia médica en el Hospital de Seguro Social.
El panorama es desolador. Por todo Puerto Príncipe, miles de haitianos muertos, de todas las edades. Gente nacida en una isla compartida con República Dominicana, en un territorio pequeño, pero hermoso, con una gran historia, de gente alegre y creativa, pero que jamás ha podido salir adelante por los degenerados y corruptos gobernantes que se han enriquecido con el dinero y los bienes que a su pueblo siempre le negaron.
Junto con las lágrimas y el dolor, el mundo se moviliza para ayudar a Haití. Desde gobiernos de todos los continentes y organizaciones, como la Cruz Roja Internacional, hasta artistas, intelectuales y músicos, como el rapero haitiano Wyclef Jean, fundador de la ong Yelé Haití, y estrellas como Angelina Jolie y Brad Pitt, quienes acaban de donar un millón de dólares a Médicos sin Fronteras, entre otros famosos. Famosos no tanto por sus películas, libros, canciones y programas televisivos, sino por sus gestos solidarios, en tiempos de paz y de catástrofes humanitarias.
Tania Quintero