Desde La Habana

Villarreal, el preso al que le partieron el alma

Antonio Augusto Villarreal Acosta (Camagüey, 1950), católico, economista y tenedor de libros, es uno de los cinco prisioneros políticos y de conciencia, que en las próximas horas junto a sus familias viajarán rumbo a España.

Al año de su arresto, en abril de 2004, la salud de Villa, como le dicen los suyos, comenzó a preocupar. En ese tiempo se encontraba en la cárcel de Boniato, Santiago de Cuba, a más de 800 kilómetros de su pueblo, Corralillo, en el centro de la isla.

En Boniato, la misma cárcel donde estuvo Fidel Castro después de asaltar el cuartel Moncada en 1953 (y donde tan bien fue tratado), a Villa lo tuvieron 15 meses en una celda, solo y sin luz eléctrica. Durante las visitas, su hija Diana, entonces con 8 años, trataba de hacerlo comer.

Posteriormente fue trasladado a La Pendiente, prisión de Villa Clara, más cercana su domicilio,  donde tuvo que convivir con asesinos, ladrones y violadores.

En octubre de 2005 fue operado de una hernia en la ingle. Cuando su esposa Silvia Aguado y sus hijos lo visitaron en la cárcel, quedaron impactados por su extrema delgadez y el color amarillento de su piel.

Se abrazó a ellos llorando, se subió la camisa del uniforme presidiaria, y enseñó los pellejos del estómago colgándoles. Sin dejar de llorar les dijo: «Soy inocente, no merezco estar aquí».

Silvia, su esposa, lo encontró muy mal emocionalmente, desesperado y a la vez deprimido. «Creo que está llegando al límite de sus fuerzas».

Esa dramática escena ocurrió en octubre de 2005. Dos años más tarde, en octubre de 2007, sus familiares estaban sumamente alarmados por la pérdida del 60 por ciento de su peso corporal. «Antes de caer en prisión, mi papá pesaba 82 kilos y ahora está pesando alrededor de 35 kilos», declaró su hijo Tony.

En 2008, el Consejo de Relatores de Derechos Humanos de Cuba hacía un llamado a la opinión pública nacional  internacional, para poner en libertad a Antonio Villarreal, con graves afecciones psíquicas, hipertensión arterial e incontinencia urinaria, entre otros problemas de salud.

La opositora Eloísa Hernández pidió con urgencia su excarcelación. «Villa está muy mal, se pasa todo el tiempo llorando, aislado, no sale de la cama».

En juicio celebrado el 3 de abril de 2003, fue acusado de «violación de la ley 88» (ley mordaza) y condenado a 15 años.

Si hay un preso político a quien la dictadura de los hermanos Castro le partió la vida y el alma, ése es Antonio Augusto Villarreal Acosta.

En España cumplirá 60 años, el próximo 1 de septiembre. Ojalá que ese día, de este humilde cubano se pueda escribir una crónica cargada de fe y optimismo.

Tania Quintero

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