Raudel y su familia ya tienen listas las maletas para una estancia de seis noches en una base de campismo en Mayabeque, provincia limítrofe con La Habana.
Ahorraron algo del dinero que mensualmente le giran sus parientes desde Miami y rentaron una cabaña con aire acondicionado en Los Cocos, en la costa norte habanera.
“Nos costó 106 cuc con servicio de desayuno. Llevamos comida para no tener que gastar dinero extra. Es la mejor opción que encontramos para la cantidad de la que disponíamos”, señala Raudel.
De acuerdo a la moneda y cantidad que usted tenga, este verano en Cuba se puede barajar un grupo de opciones. El peso cubano convertible (cuc), popularmente conocido por ‘chavito’, y del cual el Estado solo paga una bonificación mensual entre 10 y 35 cuc en sectores claves como turismo, telecomunicaciones o aeronáutica civil, indudablemente marca la diferencia.
Otras formas de acceder al ‘chavito’ es regentando algún pequeño negocio privado o que tu familia en el exterior te gire dólares, euros o cualquier otra divisa internacional.
En la isla existe una facción de burócratas corruptos y tramposos de cuello blanco que son expertos en saquear al erario público. Tienen el carnet rojo del partido comunista en su bolsillo, repiten como loros las arengas del régimen y mediante ingenierías financieras malversan dinero, comida o materias primas.
Hugo (nombre cambiado) es de ésos. Trabaja en un almacén estatal de alimentos y durante 18 años ha sabido bañarse y guardar la ropa. Nada de gastar miles de dólares en una fiesta de quince o cenar en restaurantes caros.
“Vuelo por debajo del radar. Hay tres tipos de delincuentes en Cuba: los rateros que le roban a la gente, los administradores que le roban al Estado y al consumidor y los funcionarios de alto estándar que mediantes negocios o argucias ilegales se guardan cientos de miles de dólares o un par de millones. Mientras más cerca estés del poder, más rápido se te pegan los billetes y las prebendas. Un ministro puede estar dos semanas en un resort de Varadero sin pagar un centavo. Le toca por su cargo, igual que una cesta de alimentos, un celular o una cuenta libre de internet. Ellos pertenecen a la clase alta. Nosotros los gerentes, administradores y jefes de almacenes de empresas somos la clase media”, cuenta Hugo con cara de póker.
Si estableces buenas relaciones con personajes poderosos y eres hábil para camuflar robos, las cosas pueden marchar viento en popa.
“Nunca es bueno ostentar. Pero si sabes caminar por la cuerda floja, te puedes comprar un auto, una casa y pasar las vacaciones en Cayo Coco o Varadero”, dice Hugo.
Este verano, el marrullero jefe de almacén alquiló una semana en un hotel cinco estrellas. Pero en Cuba los capos de ‘carteles mafiosos’ en gastronomía, comercio exterior o turismo son los menos.
Lo que abundan son familias como la de Rubén, quien trabaja ocho horas en una oficina y sus vacaciones siempre son más de lo mismo. “Mucha televisión, un poco playa y dominó y ron barato con amigos del barrio”, apunta mientras se refresca frente a un ventilador chino.
Probablemente los militares son una casta privilegiada en Cuba. Joel (nombre cambiado) es oficial en el Ministerio del Interior. Todos los años alquila por siete días una cabaña en una villa militar. “Los gastos no exceden los mil pesos (40 dólares). Cerveza de calidad, carne de res, pollo y pescado de primera en las comidas”, comenta.
Los agentes que reprimen a la disidencia, además de sus motos Suzuki y teléfonos móviles pagados por el Estado, pueden comprar ropa y alimentos a precios módicos y veranear en alguna de las villas militares diseminadas por toda la isla.
Mientras oficiales como Joel disfrutan unas buenas vacaciones, Elisa maestra de primaria, espera al día de cobro para poder pagar los 60 pesos que cuestan dos asientos en un ómnibus, e ir con su hija de 8 años a una playa al este de la capital.
“Un tipo que trabaja en una empresa estatal, todos los años consigue una guagua donde la gente del barrio podemos ir a la playa o el acuario. Cobra 30 pesos por persona. Un maestro es clave en una sociedad, pero en Cuba los educadores ganamos salarios miserables y no podemos alquilar una casa en la playa o en un hotel”, apunta Elisa.
El problema de las vacaciones de verano en Cuba no es por falta de opciones. De lo que se trata es de jerarquías, influencias o moneda dura.
Iván García
Foto: El camping Dos Hermanas se encuentra en Viñales, Pinar del Río. Tomada de Cuba-Junky.