A pocas cuadras de la Fragua Martiana, en el bullicioso barrio de Cayo Hueso, en una ferreteria por divisas llamada Decohogar, numerosas personas hacen cola para comprar bolsas de cemento. Por una aplicación en WhatsApp, Yoandry, 55 años, entrenador de judo, supo la noche anterior que un camión había descargado materiales de construcción.
“El techo de la casa está a punto de colapsar. No me queda otra que repararlo. Con unos dólares que luché por la izquierda en una misión (contrato de trabajo) en Ecuador, quiero comprar 30 bolsas de cemento. Hay que estar cazando cuando entra cemento en las tiendas MLC, pues en la calle un saco de cemento cuesta 1,500 o dos mil pesos y no aparece”, dice Yoandry. En la misma cola está Mayara, enfermera de profesión y madre de dos hijos. La acompaña su hermano. Necesitan comprar cemento cola, lozas de piso, una taza sanitaria nueva y bombillos LED.
Aprovecho la lentitud de la cola para conversar con Yoandry y Mayara. Les pregunto si recuerden qué efemerides se celebra el viernes 28 de enero de 2022. Me miran asombrados, tal vez piensan que soy un excéntrico. Les digo que el aniversario del natalicio de José Martí y que cerca de la ferretería queda la Fragua Martiana.
“Men, si el INDER no pone transporte, nadie va por sus propios medios a la Fragua Martiana a conmemorar el nacimiento de Martí. Ahora mismo todo eso pasa a un segundo plano. La gente está para resolver la comida y los problemas de su casa. Martí no se come”, responde Yoandry.
“¿Quién se acuerda de Martí cómo está la situación? El gobierno lo utiliza para todo. Lo mismo si inauguran un hospital que una pizzería. Y a la gente no le gustan las consignas ni las orientaciones impuestas. Cuando estudiaba enfermería, los 28 de enero participábamos en la marcha de las antorchas. No era obligado, pero como casi todo en Cuba era una puesta en escena. Y eso hace que la gente, sobre todos los jóvenes, se distancien de la figura de Martí”, opina Mayara.
Roger, estudiante universitario que ha estado escuchando la conversación, considera que en plena crisis económica, desabastecimiento generalizado e inflación terrible, “ponerse a hablar de Martí con la gente de la calle y ponderar su trayectoria política es algo un poco loco. Tal vez en un círculo académico o político sea diferente. Es innegable que Martí es nuestro prócer mas ilustre. Siempre me he preguntado qué hubiese pasado si al Apóstol no lo hubiesen matado en Dos Ríos. Quizás la historia nuestra sería diferente”.
A pocas horas del 169 aniversario del natalicio de José Martí, Cuba no está para tirar cohetes. Apenas hay medicinas en las farmacias, hacer una comida caliente al día es un lujo y el transporte público sigue siendo una pesadilla, al menos en La Habana.
Cuba es una nación estrafalaria. El régimen habla de soberanía y antiimperialismo, pero apoya las ambiciones expansionistas de Putin: el Kremlin acaba de anunciar que reforzará “la cooperación técnico-militar” con Cuba, Nicaragua y Venezuela, las tres dictaduras pro rusas del continente. Un juego peligroso. Y en el caso de la Isla, una muestra de que la autocracia verde olivo navega sin rumbo fijo en materia de geopolítica.
Hace tiempo que una parte considerable de la población reconoce que lo único que le importa al gobierno es mantenerse en el poder. A cómo de lugar. La narrativa de un socialismo democrático, próspero y sostenible, una revolución de los humildes y para los humiles o de justicia social es retórica hueca.
En medio de un panorama económico y social que espanta, donde el Estado le paga al trabajador en pesos y la mayoría de los alimentos y artículos de primera necesidad hay que adquirirlas en dólares, evocar a José Martí o a cualquiera de nuestros ilustres próceres, no es algo que le interese a la mayoría de la gente de a pie.
La dictadura castrista ha transformado a José Martí en un cliché. Melisa, alumna de bachillerato explica que en la escuela “cuentan la vida y obra de Martí de una forma poco atractiva. Muchos jóvenes vemos al Apóstol como un personaje lejano. Un tipo que vestía de negro, que nunca se reía, siempre salía serio en las fotos. Lo describen como un hombre perfecto, muy ilustre, que sabía de todo. Y que estaba por encima del bien o el mal. Eso no cuela entre la nueva generación”.
José Martí es el héroe de dos bandos, el de los opositores y exiliados y el de los militantes del partido y funcionarios del régimen. Unos y otros lo veneran y alardean de haber leído sus obras completas, que los apparatchik del régimen tienen en sus oficinas y los disidentes en los libreros en sus casas. o de sus ofi Los tener buen gusto tener en la
Repetir hasta el cansancio sus frases es habitual en el banderío político. La diferencia es que la propaganda gubernamental intenta imponer la matriz de un Martí ferozmente antiimperialista que coquetea con el socialismo marxista y de ejemplo suelen poner a Carlos Baliño, amigo del Apóstol, uno de los fundadores junto con Julio Antonio Mella del primer partido comunista cubano, el 16 de agosto de 1925. Pero la realidad es diferente.
José Martí jamás fue marxista. Me quedo con una cita suya: «Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras: el de las lecturas extranjerizas, confusas e incompletas y el de la soberbia y la rabia disimulada de los ambiciosos de poder, que para ir levantándose en el mundo empiezan por fingirse, para tener hombros en que alzarse, frenéticos defensores de los desamparados».
Este nuevo aniversario martiano trae a mi memoria aquella tarde tibia de noviembre de 2016, cuando con un grupo de amigos visité Ibor City en la ciudad de Tampa. Depositamos una ofrenda floral al pie de una estatua de José Martí, cercana a la antigua fábrica de tabacos donde el Apóstol arengó a nuestros compatriotas y recolectó dinero para la guerra necesaria. Recuerdo que ese día conocí a un señor de 86 años que cada 28 de enero viajaba desde California a rendirle honores al maestro en Tampa.
Ese es el Martí que me gusta. El que nadie nos impone. Que brota libre.
Iván García
Foto: Busto de José Martí en el patio interior de la Fragua Martiana, situada en la esquina de las calles Príncipe y Hospital, Centro Habana. Tomada del fotorrreportaje sobre la barriada habanera de Cayo Hueso que en 2018 realizó Ariel Glaria Enríquez para Havana Times.