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Turismo solapado de estadounidenses en Cuba
Turismo solapado de estadounidenses en Cuba

Turismo solapado de estadounidenses en Cuba

El aeropuerto de Miami es casi una ciudad. Y la zona de vuelos de American Airlines es un laberinto, con decenas de pasillos y vericuetos. Por eso Noahn, un estadounidense que reside en Michigan, llegó cinco horas antes de que su vuelo despegara rumbo a Varadero.

Viajaba con su esposa, su hijo de ocho meses cargado en un sostenedor de brazo y un perro de orejas largas y caídas. Entre los bultos, un equipo profesional de buceo y un monopatín eléctrico. La pareja habla un español metódico con un lejano acento colombiano. “Es que trabajé en una empresa norteamericana en Bogotá”, aclara Noahn.

A todo el que quiere escucharle, le cuenta sus experiencias turísticas en Cuba. Conoce los Cayos Coco y Santa María, situados al norte de Ciego de Ávila y Villa Clara y María la Gorda, en la occidental provincia de Pinar del Río.

“Pero Varadero me hechizó. Es la tercera vez que viajo en dos años, luego del restablecimiento de la relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Ni Miami Beach ni Malibu se pueden comparar con Varadero, una playa con arenas tan blancas y finas. El agua es tibia y apenas hay oleaje. Quizás Punta Cana en la República Dominicana, Copacabana en Río de Janeiro o en Bahamas tengan iguales o mejores condiciones naturales”, subraya, mientras su esposa le da leche en un biberón al niño.

A pesar de las prohibiciones de hacer turismo en Cuba, estadounidenses como Noahn viajaban a la Isla por un tercer país. “Antes del 17 de diciembre de 2014, viajé a Cuba vía México. Después de esa fecha es má fácil. Hay doce categorías, bastantes flexibles, que la gente les dice las doce mentiras. Uno anota cualquier pretexto y viaja en grupo o individualmente. En teoría no se puede hacer turismo, pero apuesto que la mitad de los pasajeros estadounidenses viajan como excursionistas”.

De los más de 200 pasajeros en el vuelo rumbo a Varadero, solo seis eran de origen cubano y regresaban a su país definitivamente o para visitar a sus parientes pobres en la Isla.

Judith, bióloga que vive en Georgia, viaja a Cuba por segunda vez este año. ¿El motivo? “Mitad experiencia profesional, mitad turismo. Tengo interés en recabar información sobre las variedades de la vegetación cubana. Después que termino mis investigaciones, rento una semana en un hotel todo incluido en Camagüey o en Holguín”.

A la pregunta de si percibe acoso o alguna institución federal le ha abierto un expediente por violar las normas legislativas de su país, responde: “Para nada. Me parece que lo más sensato es que permitan públicamente hacer turismo en Cuba, pues de hecho la gente ya lo está haciendo”.

Tras el restablecimiento de relaciones entre dos naciones que vivían un clima de Guerra Fría, los viajes de estadounidenses a la Mayor de las Antillas se han multiplicado.

El 11 de enero de 2016, vía Twitter, la funcionaria Josefina Vidal, responsable de las relaciones con Estados Unidos en la cancillería cubana, informaba que en 2016, la Isla recibió un total de 614,433 visitantes procedentes de Estados Unidos (estadounidenses y cubanoamericanos), un 34% más que en 2015.

Aunque en el papel los norteamericanos que llegan se anotan como parte de un intercambio religioso, periodístico o de pueblo a pueblo, no es difícil descubrir a fornidos rubios o pelirrojos bebiendo mojitos a granel en un bar de La Habana antigua o tomando el tibio sol otoñal en una playa cubana.

Cuando a las 8 y media de la noche, el avión de American Airlines aterrizó en el aeropuerto internacional Juan Gualberto Gómez de Varadero, tras un rápido chequeo, media docena de ómnibus climatizados esperaban a los turistas camuflados para llevarlos a hoteles de cuatro y cinco estrellas que bordean la Península de Hicacos.

“Sí, los americanos vienen a hacer turismo. Muchos viajan a La Habana, otros se quedan a vacilar en Varadero. Prefieren alojarse en hoteles. Todas las semanas llegan alrededor de 400 o 500. Y para el fin de año se esperan muchos más”, dice un funcionario de la cadena Gaviota apoyado en la escalerilla de un ómnibus.

Los taxistas particulares y los que arriendan vehículos al Estado merodean por los alrededores de la terminal. “Hay gringos que vienen en plan de turismo individual. Yo les cobro el equivalente a 40 dólares por el viaje a Varadero, a unos 20 kilómetros del aeropuerto. Casi todos dejan buenas propinas. Al contrario de los españoles y mexicanos, tacaños a rabiar”, comenta Joan, taxista privado.

La mayoría de los cubanos tienen mentalmente preconcebido que los estadounidenses son ricos. O que les sobra el dinero. E intentan ordeñarlos como si fueran vacas.

En la caja de cambio situada fuera del aeropuerto, la empleada canjeaba los dólares a 86 centavos, una tasa menor de la oficial que es de 87. “Es que los fines de semanas la tasa baja”, señala.

Un empleado de la terminal, asegura que “aquí todos tienen armado sus negocitos. La que limpia el baño cobra, el de la cafetería introduce mercancía por la izquierda y los aduaneros tienen su búsqueda con los pasajeros”.
El turismo en Cuba es como una zafra. Todos quieren exprimir la caña. Y a los solapados turistas gringos se les puede sacar bastante jugo.

Iván García

Foto de AFP tomada de Vívelo Hoy.

Sobre admin

Periodista oficial primero (1974-94) e independiente a partir de 1995. Desde noviembre de 2003 vive en Lucerna, Suiza. Todos los días, a primera hora, lee la prensa online. No se pierde los telediarios ni las grandes coberturas informativas por TVE, CNN International y BBC World. Se mantiene al tanto de la actualidad suiza a través de Swissinfo, el canal SF-1 y la Radio Svizzera, que trasmite en italiano las 24 horas. Le gusta escuchar música cubana, brasileña y americana. Lo último leído han sido los dos libros de Barack Obama. Email: taniaquintero3@hotmail.com

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