Actualmente el viejo estadio de béisbol del antiguo Central Toledo, hoy Manuel Martínez Prieto, ubicado en el municipio Marianao, al oeste de La Habana, es un terreno abandonado cubierto por la maleza. Dos cabras enflaquecidas pastan en la grama y un entrenador de perros prepara a un corpulento bulldog. El adiestrador se llama Norberto y siempre ha vivido al filo de la navaja.
“Los juegos de apuesta están prohibidos, pero es un negocio muy lucrativo. Ser dueño de un burle (casino de juego clandestino), de un banco de bolita (lotería ilegal) o manichear peleas de perros y gallos te permite ganar grandes sumas de dinero. La primera vez que reuní cien mil pesos, cuando el dinero tenía valor, no ahora que esa cantidad es pura calderilla, tiré los billetes en la cama y me acosté encima», cuenta Norberto.
Para 2023 los planes de Norberto son otros. “La mejor opción es huir de aquí. Pa’ donde sea, Estados Unidos, Uruguay, Serbia o España. Da igual. Si el presente de Cuba da miedo, el futuro espanta. Lo peor está por llegar, hay que largarse de esta locura. Con el dinero que he reunido me largo con mi esposa y mis hijos. Es mejor fregar platos en Miami que tener millones de pesos en Cuba. Aquéllos que pudiéndose marchar no se han ido o no piensan irse, lo van a lamentar”, vaticina Norberto.
Osmany, dueño de una cafetería al sur de la capital, coincide con Norberto: “Es hora de cerrar los negocios y emigrar a cualquier país. Las autoridades siguen viendo a los emprendedores privados como presuntos delincuentes. Te frenan de muchas formas, obligándonos a pagar impuestos excesivos del 35% sobre las utilidades, no permitiendo abrir más de un negocio y acosándonos por inspectores corruptos. El futuro de Cuba es indescifrable. Durante 64 años los gobernantes han demostrado que son incapaces de generarle prosperidad a su pueblo. En 2023 me piro. Bye, bye, que para luego es tarde”.
Conversé con cuatro emprendedores privados y todos concuerdan que las perspectivas económicas en Cuba son negras. «No se ve la luz al final del túnel. Si nos guiamos por las estadísticas de las producciones de alimentos y agro-industriales así como la exportación de bienes y el turismo, el viaje por el desierto se va extender tres o cuatro años más”, dijo Saray, dueña de un hostal en la zona antigua de la ciudad.
Expertos económicos, como Rafaela Cruz, analista de Diario de Cuba, señalan que en 2023 no se vislumbran señales de mejora. Al contrario. En su opinión, el juicio del régimen castrista en Londres el próximo mes de enero, debido a impagos a sus acreedores es una auténtica espada de Damocles para la maltrecha economía local. Cruz considera que el anuncio de las autoridades de comenzar a cobrar impuestos a las MYPIMES en 2023, obviando el año de moratoria impositiva que se había acordado, impactará en el cierre de cientos emprendimientos privados en la Isla.
Según estadísticas internacionales, el 60 por ciento de los pequeños y medianos negocios suelen fracasar en sus primeros tres años. Gustavo, economista, asegura que “lo ideal en un país en crisis, es reducir lo más posible los impuestos a negocios privados e inversiones extranjeras para intentar que estos florezcan. La ausencia de un marco jurídico y excesivos impuestos lastran el auge de los negocios privados y futuras inversiones. Es una piedra en el zapato que frena el desarrollo económico y el desencadenamiento productivo. Algunos emprendimientos particulares están enfocados en hacer dinero y luego emigrar. Son negocios golondrinas. Si se marchan del país las personas con capacidad para generar bienes, ya que cualquiera no puede ser un negociante exitoso, la haitianización del país será un hecho”, augura Gustavo.
“El gobierno intenta vender un discurso optimista cuando afirma que 2023 puede ser un año mejor. Pero no hay una estadística de donde agarrarse que lo pueda evidenciar. La mayoría de los rubros productivos, por no decir todos, están en números rojos o han decrecido hasta un 70 por ciento, como el caso de la producción porcina si compara con 2018. Hacia dónde va Cuba es una pregunta que debieran responder las autoridades basándose en datos y hechos, no vendiendo humo y utopías”, concluye.
Los cubanos de a pie tampoco esperan nada bueno en 2023. Idania, estudiante universitaria, va a pedir un año de licencia para buscar opciones de estudios en otros países. «Voy a elevar mi nivel de inglés y estudiar francés. También sacar la licencia de conducir, pues si emigro la voy a necesitar. Me gustaría conseguir una beca en Estados Unidos, Canadá u otro país anglosajón. Pero estoy abierta a cualquier opción. Incluso como si tengo que marcharme por la ruta de los volcanes y comenzar de cero en Miami. En Cuba no tengo futuro. Ya estoy cansada del teque y las falsas promesas del gobierno. Este sistema no funciona”.
Maykel, albañil, ha fracasado dos veces en su intento de cruzar el estrecho de la Florida en balsas rústicas. “No tengo familia en Estados Unidos ni dinero para costearme un viaje a Nicaragua o México que me permita entrar a la yuma. Aquí siempre voy a ser un perdedor. Jugando dominó y bebiendo alcohol en la esquina con los socios del barrio. ¿Qué futuro puedo tener en un país donde una profesional como mi madre no le alcanza el salario para comer ni comprarse una muda de ropa? Cuba seguirá siendo igual o peor en 2023. Colas, fajazones, desabastecimiento y si no tienes dólares te mueres de hambre. Prefiero arriesgar la vida a vivir como vivo”.
Ernesto, barbero, está convencido de que mientras “gobierne el mismo piquete de hace 64 años, nada va a cambiar. No dinero para emigrar. Tengo que jamarme el cable completo. Afortunados los que puedan marcharse de este desastre. Los que nos quedamos tenemos dos opciones: o seguimos aguantando a un gobierno incapaz de sacar adelante el país o nos rebelamos como los cimarrones. Prefiero la segunda opción. No sé si el año venidero será el último de la dinastía castrista, pero ojalá falte poco”.
Muchos en la Isla piensan que 2023 será peor que 2022. La frustración y el pesimismo es un denominador común entre los cubanos de a pie. Más de un cuarto de millón de compatriotas emigraron en el año que finaliza. Para el próximo, la ola migratoria seguirá indetenible.
En la medianoche del 31 de diciembre, miles de cubanos volverán a salir con maletas de sus casas y darle una vuelta a la manzana. Una costumbre que si damos crédito a las creencias populares, suele traer buena suerte y se consigue viajar al extranjero.
Y es que a falta de futuro, cada vez más son las personas que apuestan por las cábalas y la superstición. Cuba da para todo.
Iván García
Foto: Una ama de casa cubana espera su turno para comprar alimentos por la libreta de racionamiento. Tomada de CubaNet.