Es como si los relojes se hubieran parados. Al unísono, el mismo día y a la misma hora. La inquietud es generalizada en el entorno de los presos políticos cubanos y sus familias.
A pesar de que el anuncio oficial habla de que serán liberados los 52 opositores del Grupo de los 75, todavía ellos no saben exactamente cuándo esas excarcelaciones se producirán. Y menos quiénes son los candidatos a irse del país de inmediato y quiénes en los próximos meses. Y si será verdad que van a cambiar la cárcel por el destierro.
Arnaldo Ramos, 68 años, duerme poco y mal. Y siempre tiene los mismo sueños: que su esposa Lidia le prepara su plato favorito, mientras pasa sus dedos por la larga cabellera de su nieta Roxana.
Ahora mismo, todos los presos de la primavera negra del 2003 son un manojo de nervios. Un grupo de hombres que nunca debieron haber sido encarcelados.
Me parece estar viendo al doctor Oscar Elías Biscet, rezando antes de dormir, con la biblia en la cabecera de su litera en la prisión Combinado del Este.
O al reportero Ricardo González Alfonso, lleno de achaques, pensando en David y Daniel, sus hijos que dejó niños y después de siete largos años lo verá convertidos en jóvenes.
De cualquier manera, hay esperanzas. En este instante, no puedo olvidar a Reina Luisa, la madre de Orlando Zapata. La huelga de hambre que le costó la vida a su hijo, obligó al gobierno a reconsiderar sus rígidas posturas.
En la soledad de su mínima y pobre vivienda en Banes, Holguín, Reina sabe que Orlando no tocará a la puerta con el jolongo encima, como hará el resto de los excarcelados. No podrá abrazarlo, ni sentarse a hablar con él.
También pienso en todos los hombres y mujeres de Cuba y el mundo que en voz alta, sin miedo, han cambios democráticos en la isla.
En Madrid, un amigo que escucha boleros de Olga Guillot y toma café fuerte, teclea con dos dedos sus crónicas para el diario El Mundo. Morón, su patria chica, la lleva debajo de la almohada.
Ese gesto, resultado de negociaciones a tres bandas, podría ser un primer paso. Pablo Pacheco quisiera ver el domingo la final entre España y Holanda al lado de su hijo. Y yo deseo abrazar a mi sobrina Yania, que se fue de Cuba a los 9 años y acaba de cumplir 16.
En esta batalla no hay vencedores. Todos hemos perdido algo. Y todos queremos el cambio.
Iván García
Foto: Reina Luisa Tamayo es consolada por una Dama de Blanco, poco después de la muerte de su hijo, Orlando Zapata Tamayo.