Pedro Poul habla con dificultad el creole. Aún así, cierra los ojos y susurra una oración religiosa. Se la enseñó su padre cuando era pequeño. Pensó que lo había olvidado luego de haberse sumado en 1958 a las guerrillas en la Sierra Maestra y haber profesado los dogmas del Partido Comunista de Cuba. Su cántico religioso estuvo dormido en su subconsciente durante más de 50 años. Le pide a Papa Legbá (el Eleguá del panteón Yoruba en el Vudú haitiano) por la tierra que vio nacer a su padre, arrasada por un terremoto, y «ocupada por los yanquis». Pedro Poul repite lo que escucha. Los cubanos, dice, están ...
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