Cuando la represión se incorpora al devenir diario y se convierte en un hecho natural, una costumbre que se acepta como se aceptan los amaneceres o el calor del mediodía cubano, pierde perfil noticioso se desvanece en los medios y pasa a ser otro informe de oficio para las instituciones de derechos humanos. La violencia policial se queda en unas pocas líneas de letra muerta. Eso sí, quienes no pueden conformarse con la normalidad de esos episodios que programa y realiza la dictadura con precisión de cirujano son los ciudadanos que reciben las golpizas, los allanamientos, los insultos, los mítines ...
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