Recientemente entablé conversación con un desconocido en el P-6, una de las líneas de ómnibus articulados que circulan por la capital cubana. Como en una competencia, empezamos a contarnos anécdotas grotescas. Buscábamos las más exageradas que nos habían ocurrido. Mi interlocutor resultó ser el ganador. -Hasta despedir a los muertos, en Cuba, es difícil, me dijo. Y me contó que hacía seis meses una sobrinita suya había fallecido. Una pequeña de un año de edad, que había nacido con una cardiopatía congénita y no resistió la complicada intervención quirúrgica. Un hecho triste, que aquel hombre lo relató con naturalidad y ternura, al describirme la corta vida de su sobrinita. ...
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