Más por raro que por novedoso, cuando Berta Soler, líder de uno de los tres grupos escindidos de las Damas de Blanco, convocó a un plebiscito revocatorio tras un escándalo en el otoño de 2014 por agresión verbal a una de sus miembros, marcó un hito en el mundillo disidente. No hay cultura ni costumbre en la sociedad cubana de normas democráticas o referendos que se propongan ser un contrapeso a la inveterada tradición humana de manejar el poder a su libre albedrío. Cincuenta y seis años de administrar la nación como una bodega de barrio, de manera vertical y ...
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