Cuando llega la temporada invernal, Rubén Soriano, 42 años, desea como nadie la llegada de un frente frío. Se quita el sombrero de guano, levanta la cabeza al cielo y exclama: “Hoy tampoco va llover”. Eso es malo para su negocio. Rubén trabaja duro un terreno no muy fértil en la periferia de La Habana, donde siembra tomates y vegetales de estación. Las altas temperaturas y la sequía prolongada han visto disminuir sus cosechas. Con una lógica primaria y contundente dice: -Si recojo poco, gano poco. Y si no obtengo un buen dinero vivo mal y no tendré mucha plata para comprar semillas ni aperos de labranza para ...
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