El calor es terrible. Ni siquiera sopla una brisa ligera en el amplio portal de la calle Carmen, contigua a la Plaza Roja de la Víbora y a treinta minutos del centro de La Habana. Reinaldo, un anciano, alicaído, espera la entrada del agua sentado en un muro frente a la cisterna del edificio donde vive. “Dijeron en el noticiero del Canal Habana que a partir de la seis de la mañana del miércoles 31 de mayo, entraría el agua hasta la seis de la tarde”, dice sin dejar de mirar la cisterna. Todos los vecinos que pasan le hacen ...
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