La última semana fue puro ajetreo para Yunia, dueña de una peluquería en la barriada del Cerro, a quince minutos en auto del centro de La Habana. Cuarenta y ocho después de haber dado a luz una bebita de nueve libras y mientras le daba el pecho en un sillón, sosteniendo entre el hombre derecho y su cabeza el teléfono inalámbrico, hablaba con una hermana que durante dos meses administrará su peluquería. Las noticias al otro lado de la línea no eran buenas. “Dice mi hermana que un funcionario de la ONAT (Oficina Nacional de Administración Tributaria) le informó que, ...
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