El parque de Galiano y San Rafael es un hervidero de gente. En un extremo, varios adolescentes juegan fútbol, utilizando un pupitre colegial como portería, mientras medio centenar de mujeres y hombres se conectan a internet sentados en bancos de madera o en el piso. Las conversaciones con parientes o amigos se entrecruzan. Aquí el wifi se circunscribe exclusivamente a charlar con familiares mediante IMO o chatear por Facebook, la nueva droga virtual en la Isla. Desde luego, también se usa para ligar a un extranjero, ejercer prostitución camuflada o pedirle dinero a un primo de Hialeah. Darío, un anciano ...
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