Mientras que el gobierno y su diversa empleomanía tratan de sofocar el impacto popular de la visita de Barack Obama a la isla y el concierto de los Rolling Stones entra como un ciclón al enorme, creciente y desafinado universo de nostalgia de los cubanos, es hora de regresar a la realidad de la calle, a la vida diaria del país bajo la dictadura que ha aprovechado para conseguir un poco más de dinero y pintarse los labios, aunque el creyón le manche el bigote. Se acabaron los titulares del viaje del político norteamericano y de los músicos ingleses y ...
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