En 1958, Eduardo Badell Portuondo se mudaba con su esposa Rufina Yturriaga López-Acevedo, y sus dos hijos, Mariana y Eduardo, a la casa que él y su mujer habían solicitado diseñar a una de las prestigiosas firmas de arquitectos cubanos que entonces había en La Habana. El resultado fue una espléndida y confortable residencia de dos plantas, en el número 908 de la Calle 82 entre 9na. y 11na., Miramar. Fue construida con los ahorros de toda una vida de Eduardo, un empleado de la Cuban Electric Company que por su laboriosidad, formación profesional y en particular por su dominio ...
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