Una noche de verano en un bar privado de La Habana se cerró el negocio. Junto a su novio, Miladis, 25 años, sería la encargada de viajar a Quito y Guayaquil para comprar cientos de kilogramos de ropas baratas, teléfonos celulares piratas y electrodomésticos que luego revenderían en Cuba. Ya en Ecuador comenzaron los problemas. “Mi novio perdió mucho dinero en Ecuador jugando cartas y en peleas de gallos. Para zanjar la deuda yo fui el pago. Un coyote que vivía en el barrio de San Bartolo en Quito me retuvo hasta que pagara 1,500 dólares. La opción fue prostituirme ...
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