Los compadres del PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela) han dividido el país en dos trincheras. Sus seguidores, en petrocasas y gabinetes médicos pintados de rojo y blanco con imágenes de Chávez colgados en la azotea, si demuestran lealtad absoluta, obtienen el derecho a un puesto de funcionario menor donde se podría ganar miles de bolívares extras. A los detractores, la mitad del pueblo venezolano, les tratan como enemigos. Nicolás Maduro gobierna casi en estado de sitio. El ejército en la calle. Y sus camaradas asisten al Parlamento con manoplas escondidas en los bolsillos por si hay que golpear a ...
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