En un sucio y destartalado agromercado con el piso cubierto de tierra rojiza y anaqueles oxidados en el populoso barrio de El Pilar, municipio Cerro, a diez minutos en auto del centro de la capital, Sandra, ama de casa, estuvo dos noches haciendo cola, a la espera de las papas. “Como a las tres de la tarde llegó el camión. Demoraron una hora en descargarlas y cuando comenzaron la venta, la cola tenía ya una cuadra de largo. El jaleo fue tremendo. Tuvo que venir la policía a poner orden. Se coló un montón de gente y me quedé sin ...
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