Ni siquiera una ligera brisa marina que llega desde la costa alivia el calor de plomo. Cuando faltan quince minutos para las dos de la tarde, el poblado de Cojimar, al este de La Habana, parece una sauna al aire libre. Un pescador pasa con una ristra de pargos y la mascarilla empercudida, de uso obligatorio para evitar el contagio de la pandemia, le da un aspecto de corsario.
Leer más »