Fernando, dueño de un negocio privado al oeste de La Habana, adquirió su anacrónico Moskvitch de color negro en los años duros del período especial, cuando el propietario, un cortador de caña héroe nacional del trabajo, se vio obligado a venderlo para alimentar a su familia. Hace tiempo que el auto de la era soviética debió estar en un taller de desguace. Incluso la empresa rusa que fabricaba el vehículo quebró en 2002. Pero en Cuba el obsoleto Moskvitch se resiste a morir. “Por ese entonces, yo era jefe de almacén de un centro turístico y ganaba bastante dinero con ...
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