El Departamento de Seguridad del Estado, la policía política cubana, lleva tantos años como la revolución haciendo fotos y videomontajes. En su mira no sólo están opositores y periodistas independientes, también cargos partidistas, estatales y militares; famosos nacionales, empresarios y corresponsales extranjeros que comiencen a ser «no confiables». Entre los defenestrados recientes, que fueron objeto de toda clase de vigilancia, se encuentra el exsecretario personal de Fidel Castro, Carlos Valenciaga. En los primeros años de la llegada al poder de los barbudos, las escuchas telefónicas y fotomontajes eran más burdos, menos sutiles, acorde al desarrollo tecnológico de la época. Uno ...
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