Ha sido un boomerang. Carlos y Ariel tienen ambos 41 años. Crecieron con la idea de que Estados Unidos era el peor de los países. Los perros y blancos racistas, vestidos con sus capuchas blancas, estaban al acecho en cualquier esquina para acuchillar a un negro indefenso. Las cárceles repletas de emigrantes latinos y minorías étnicas. El sueño americano era una estafa. Cualquier loco peligroso y desempleado empuñaba un AK-47, comprado a precio de saldo y liquidaba a media docena de personas en la parada de un bus. Carlos y Ariel, como muchos cubanos nacidos con la revolución de Fidel ...
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