El motor del desvencijado Lada 2107 de la era soviética no quiere arrancar. Un mecánico con su overol azul manchado de grasa abre el capó y examina los fusibles. Luego de revisa el carburador, le grita al chofer que lo vuelva a intentar. Esta vez el auto enciende. El operario se limpia las manos con una estopa ennegrecida y Augusto, militar retirado, le entrega un fajo de billetes de 200 pesos por la reparación.
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