Cuando llega la medianoche comienza una pasarela de travestis con tacones altos, sayas cortísimas de cuero y pelucas de tintes surrealistas. Según los vecinos que residen en los alrededores de Carmen y Diez de Octubre, frente a la llamada Plaza Roja de La Víbora, con toda intención, la empresa eléctrica no prende las farolas de la esquina para mantener oscuro un portal aledaño a una pequeña galería de arte donde por las noches se concertan trueques sexuales. Abdiel, carpintero, padre de tres hijos, vive en la acera de enfrente y es testigo de cómo los travestis se prostituyen sin acoso ...
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