Pasada las diez de la noche del viernes 1 de julio, después de publicada la noticia de la muerte del zar económico Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, la céntrica Rampa, en el Vedado habanero, se encontraba desierta. Aunque la marquesina del cine Yara estaba apagada, se podía leer el anuncio de una obra de un grupo humorístico. En la acera de enfrente, la concurrida heladería Coppelia ya había cerrado.
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