Cuando arrancó a llover el pasado 2 de mayo, Eliseo y su esposa ya habían cubierto las goteras del techo de tejas con silicona, tablones de madera y trozos de nailon. A la cubierta, en la parte exterior, le rociaron pintura impermeabilizante y reforzaron las vigas de hierro en el techo que atraviesa la casa, para que no colapsaran. Eliseo y su mujer residen en una zona baja de la Habana Vieja, aledaña a una línea de ferrocarril, muy cerca del antiguo Mercado Único de Cuatro Caminos, y que se suele inundar con un aguacero de moderada intensidad. “Desde que ...
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