Si algo distingue a la Ciudad de la Habana son sus dos caras, que perfecta y tranquilamente conviven. En una, lo feo y necesitado de pintura y mantenimiento, y en la otra, lo arreglado y confortable. Estos contrastes se han hecho más visibles a partir de la despenalización del dólar, en 1993, cuando oleadas de capitalismo se extendieron primero por la capital y después por el resto del país. En Cuba, las diferencias abofetean al instante. Los servicios en tiendas y cafeterías en moneda nacional son pésimos. La variedad de productos se pueden contar con los dedos de una mano y la mala calidad es insultante. Los locales siempre están ...
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