Se ha abierto una puerta. Levemente, pero hay señales de que algo se mueve. El gobierno de los hermanos Castro en voz baja pidió ayuda. Y decidió pedírsela a la iglesia católica cubana. La calculada estrategia tiene su lógica. Tenía que buscar una solución a los 21 años de letal crisis económica y una salida digna a la difícil coyuntura política interna, con repercusión mundial, iniciada con la muerte del opositor pacífico Orlando Zapata Tamayo, las marchas de las Damas de Blanco y la huelga de hambre del periodista y psicólogo Guillermo Fariñas. Los Castro se han percatado que no se puede estar en estado de guerra ...
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