En el Latino, el viejo estadio de béisbol del Cerro, recinto sagrado del deporte de la bola y los strikes en la isla, no son pocos los que se dedican a recoger apuestas minutos antes que el umpire de la voz de ¡A jugar! Arturo, un negro de piel brillosa, se dedica al negocio de las apuestas. Suele sentarse en la parte izquierda del graderío, justo donde también se colocan los fanáticos afligidos de Industriales, a punto de quedar fuera de los play-offs de post temporada, y que aún creen en un milagro de la novena azul. “Un buen apostador ...
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