En un barrio de casas ruinosas en las afueras de La Habana un grupo de personas, paradas alrededor de un tablero de madera, tiran con un vaso plástico tres dados y apuestan grandes sumas de dinero. En otra habitación de la vivienda se juega naipes. Casi todos fuman absortos mientras el dealer reparte las cartas. Son seis jugadores que colocan frente a ellos un fajo de billetes.
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