En una celda del hospital militar «Carlos J. Finlay» de esta capital, en ayuno, enferma y negada a hablar, está pasando este verano Martha Beatriz Roque Cabello. Con su silencio que ya dura tres semanas, como su abstinencia de alimentos sólidos, la mujer reclama los beneficios que le pertenecen y establece el Código penal cubano. Quiere que se le haga la liquidación de los dos años que lleva en prisión porque su condena a tres años y medio está pendiente, y de hacerse firme ya podría otorgársele la libertad provisional. Martha sólo se comunica mediante pequeñas notas que escribe en ...
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