A los autócratas les gusta trascender en el tiempo. Los emperadores romanos, Hitler, Mussolini y las dictaduras comunistas de Stalin, Honecker o Ceausescu, legaron una arquitectura propia. En Roma aún se conservan coliseos y palacios. Mussolini dejó cientos de obras, erigidas bajo el precepto de la arquitectura fascista racionalista, desarrollado en Italia a finales de los años 20 del siglo pasado. Hitler también proyectó edificios y sitios nazis de culto, con el patrocinio de Albert Speer, y un estilo arquitectónico original inspirado en el neo clasismo y el art decó. Sesenta y nueve años después de que el Führer sicópata ...
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