Al suroeste de La Habana se localiza un bar privado que abre después de las once de la noche y cierra cuando se marcha el último parroquiano. Está situado frente a una ciudadela hedionda donde el panorama habitual es ver a vecinos sacando cubos de agua de una cisterna soterrada, otros fumando, aburridos, sentados en pequeños bancos de madera a la entrada del solar y las mujeres, después de preparar la comida, miran en la tele el culebrón mexicano Tres veces Ana, descargado de una antena satelital clandestina. Es un bar ilegal. Para entrar tienes que recorrer un dédalo de ...
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