Treinta minutos antes del mediodía, Saúl se dedica a recoger las jugadas de la lotería clandestina cubana conocida como la ‘bolita’ o ‘charada’, que antes de 1959 era legal y siempre fue muy popular. Bajo un sol de plomo que le da un tinte de verano al falso invierno isleño, camina por las empinadas calles interiores de La Víbora, barriada al sur de La Habana. A sus 76 años no ha encontrado mejor forma de ganar dinero que ser listero de lotería. “De nada me valió combatir en Playa Girón y en el Escambray. Me jubilé con una pensión mensual ...
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