Desde que en 1965 nací y hasta 1977, viví en Romay entre Monte y Zequeira, a menos de diez cuadras del estadio Latinoamericano. Tenía 3 años cuando mi abuela Carmen, un caso raro de mujer de extracción campesina aficionada a la pelota, tres o cuatro veces a la semana me llevaba al Latino. La entrada era gratis, de lo contrario nuestra modesta economía familiar no nos hubiera permitido ir tan a menudo. Íbamos después de comer, por lo que mi abuela solo gastaba en café (era muy fumadora) y en un pan con croqueta para mí. Todo eso costaba 50 ...
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